Niño victima de happy slapping

Happy Slapping

Cuando la violencia
se hace viral

  

El término happy slapping (bofetada feliz, en español) nació en Reino Unido en 2005. Aunque este nombre parece inocente a primera vista, tras él se esconde un fenómeno que se ha ido extendiendo en España durante los últimos años por imitación: el de grabar una agresión y colgarla en la red.

Así, el happy slapping consiste en la grabación de una agresión física, verbal o sexual y su difusión online mediante las tecnologías digitales (páginas, blogs, chats, redes sociales, etc.). Lo más común es que esta violencia se difunda por alguna red social y, en ocasiones, puede hacerse viral.

La búsqueda de popularidad y de likes puede llevar a muchos jóvenes a cometer un delito contra sus compañeros e incluso, contra sus amigos. La persona que graba esta agresión, ocasional o planificada, cree que colgar la agresión en una plataforma digital puede ser «entretenido» o «divertido» para ganar popularidad en internet.

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¿Por qué se ha popularizado el happy slapping?

En el caso de esta forma de violencia, lo más común es que el agresor físico y la persona que registra las imágenes tengan una intención previa de darle difusión al contenido grabado. Esta violencia afecta aún más a la víctima sabiendo que la agresión se produce entre iguales: en un 61% de los casos los agresores son amigos o compañeros. Por esta razón, este tipo de agresión se re­laciona directamente con el cyberbullying (o ciberacoso). De hecho, hay una conexión directa entre 3 formas de violencia diferentes: el acoso escolar puede llevar al ciberbullying y, si el primero es grabado y publicado en internet, se define happy slapping.

Quien graba no suele participar directamente en la agresión física, pero es doblemente culpable: por no intervenir para impedir que suceda y por grabar, subir y compartir las imágenes en otro momento. Los jóvenes no siempre creen que se esté haciendo daño a la víctima: en muchos casos la violencia es únicamente un medio para gene­rar contenido «gracioso» o «entretenido», que sucesivamente se utiliza para ganar populari­dad en el entorno online.

Está claro que en el happy slapping suelen participar múltiples actores que causan daño a la persona grabada, una red extensa de actores que comparten un acto violento para después intentar hacerlo viral y ser más «populares».

El 61 % de los agresores son amigos o compañeros

¿Cuántas personas sufren happy slapping?

Se estima que 76.643 jóvenes en España sufrieron happy slapping durante su infancia. La edad media en la que lo sufrieron por primera vez fue a los 14 años y, tal y como sucede en el ciberacoso, la persona que suele causar la violencia es un compañero o amigo del colegio. Sin embargo, también destacan otras personas responsables, como por ejemplo exparejas o familiares.

Se estima que 76.643 jóvenes sufrieron happy slapping durante su infancia

Las fases del happy slapping

El happy slapping no siempre sigue una serie de normas, pero existen algunos patrones y fases comunes que podemos analizar para conocer más a fondo el fenómeno:

  1. Acuerdo previo. Normalmente dos o más personas se ponen de acuerdo sobre cómo y cuándo poner en marcha una agresión física a otro compañero o compañera. La víctima suele ser una persona que ya sufre acoso o ciberacoso.
  2. El pretexto. Los agresores suelen buscar una excusa para aislar a los niños o niñas que van a ser acosadas. Prefieren zonas donde no puedan ser interrumpidos y donde no haya adultos que puedan parar la agresión.
  3. La agresión física. Cuando la víctima de happy slapping empieza a ser agredida suele haber una o más personas preparadas para grabar la escena y otros que golpean al menor. En otras ocasiones, se está produciendo la agresión y un compañero o amigo, de forma espontánea, decide grabarlo.
  4. Compartir las imágenes. En el happy slapping, la agresión (que puede ser verbal, física o, en casos aún más graves, sexual) representa una primera fase. Una vez terminada, la segunda fase consiste en la difusión de esta violencia en canales digitales. Todo ello produce un daño constante a la víctima, que ve cómo se reproduce infinitamente su agresión.

Consecuencias del happy slapping

Después de sufrir la agresión, la difusión de las imágenes hace que el daño persista. De esta manera el menor agredido sufre humillaciones públicas continuadas (a veces los vídeos tienen miles de visualizaciones) y pasa a ser una víctima reconocible, lo que expone al niño o niña a ser ridiculizado también por los internautas. 

La visibilidad pública no solo hace que el daño a la víctima sea público, visible y viral, también puede dar lugar a nuevos ataques violentos.

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