HAY QUE DETENER LA crisis climática:
 el futuro de los niños y niñas está en juego

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La crisis climática es la mayor amenaza que existe para la infancia y el cumplimiento de sus derechos a nivel global, empezando por su supervivencia. Los niños y las niñas son los que menos han contribuido a esta crisis, pero serán los que paguen el precio más alto si no actuamos con urgencia. 

El nuevo informe de Save the Children muestra que un número importante de niños -121 millones- que experimentan la doble amenaza del alto riesgo climático y la pobreza viven en países de renta alta, de los cuales 28 millones se encuentran en los países más prósperos del mundo. Más de dos de cada cinco de estos niños (12,3 millones) viven en Estados Unidos o el Reino Unido.

Además este informe muestra que la emergencia climática y los problemas de desigualdad están profundamente conectados y no pueden tratarse de forma aislada. En todo el mundo, las desigualdades están agravando la situación de emergencia y sus repercusiones, sobre todo para los niños y los hogares de bajos ingresos.

Se calcula que el 80% de los niños se ven afectados por al menos un fenómeno climático extremo al año. Aunque el cambio climático afecta a la salud y supervivencia de todos los niños y niñas, los que viven en situación de pobreza o hambre, en zonas de conflicto o propensas a las catástrofes, serán los que más sufran sus efectos, al no tener sistemas de protección con capacidad para adaptarse a estas situaciones y cubran sus necesidades más básicas. 

774 millones de niños de todo el mundo, es decir, un tercio de la población infantil mundial, viven con los efectos de la pobreza y el alto riesgo climático.

Debemos actuar con urgencia para evitar que los niños y niñas más vulnerables paguen las consecuencias de la crisis climática.

 


Por ello, pedimos a todos los Gobiernos medidas urgentes que pasan por:  

  • Aumentar la financiación para políticas climáticas ambiciosas, orientadas a garantizar que la temperatura no ascienda más de 1,5º por encima de los niveles pre-industriales y promover una transición justa y social hacia las energías renovables. También son necesarias medidas de adaptación a los efectos actuales del cambio climático, centradas específicamente en los niños y las niñas de los países más pobres.

  • Incrementar los fondos destinados a los sistemas de protección social, especialmente los destinados a la infancia. Es necesario un mayor compromiso por parte de los Estados para cumplir con la Convención sobre los Derechos del Niño y garantizar su protección frente a la pobreza, a través de prestaciones universales a la infancia que mejoren su bienestar y aumenten su resiliencia ante las situaciones de emergencia derivadas de la crisis climática.

  • La creación de mecanismos y plataformas -online y offline- adaptados a la infancia para asegurar su participación en la toma de decisiones e incorporar sus recomendaciones, incluyendo las de los más vulnerables, en las negociaciones climáticas donde se deciden las futuras políticas públicas destinadas a frenar el cambio climático.

  • Reconocer de manera explícita en los documentos y declaraciones institucionales que la crisis climática es una crisis de derechos de la infancia en la que los niños y niñas son los más afectados. Es una cuestión de justicia intergeneracional. 

El tiempo para evitar un cambio climático catastrófico se agota rápidamente. El presente y el futuro de los niños y las niñas está en juego.