8M2021

8M: Cuidar
NO TIENE SEXO NI GÉNERO 

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Anna Lucia Pinto, Técnica de Igualdad de Género de Save the Children

Hace un año, el día 8 de marzo 2020, estábamos en las plazas para reivindicar los derechos de las mujeres y niñas. Nos manifestábamos juntas, como siempre, reclamando lo urgente que es deconstruir un sistema que utiliza las diferencias entre las personas para oprimir en vez que para enriquecerse. 
 
Ignorábamos por completo que en una semana nuestras vidas iban a cambiar y que nuestras rutinas iban a transformarse. Se decidió que lo más seguro era quedarse en casa y, de repente, todo el mundo, menos las personas que no tenían casa, se encerraron en su hogar, compartiendo las 24 horas del día con sus cohabitantes.  
 
En este espacio de dimensión, en muchas ocasiones demasiado pequeño para nuestras familias, hemos tenido que buscar un nuevo ritmo. En este espacio, día tras día, hemos tenido que mirar de cerca a las personas con las que vivimos. Con ellas hemos compartido momentos de alegría, esperanza, miedo y preocupaciones. Siempre en este espacio, hemos tenido que identificar las necesidades primarias para sobrevivir y tranquilizar a nuestros hijos y a nuestras hijas. 
 
En estas cuatro paredes muchas mujeres nos hemos sentido cansadas, cansadas como casi nunca lo habíamos estado antes, porque una de las tareas que desde siempre la sociedad nos asigna, el cuidar, se había convertido en algo fundamental para la supervivencia en el aislamiento. Cuidar el hogar súper ocupado, cuidar a los niños y las niñas sin horarios y sin referencia, cuidar a los abuelos y abuelas, cuidar al vecino, cuidar a la mascota, cuidar el trabajo si es que no se había perdido… y recordar a toda la familia que todo irá bien. En definitiva, cuidar, sin tener el tiempo ni la energía para auto-cuidarse.  Eso es lo que la pandemia está sacando a la luz: lo importante que es el trabajo de cuidar y lo poco que se cuida a las cuidadoras. 
 
Este 8 de marzo, es necesario dedicárselo a ellas. No solo a las mamas, abuelas, tías e hijas sobrecargadas de trabajo que cuidan nuestros hogares, sino también a las mujeres valiosas, en primera línea en los hospitales, en las profesiones que más tiempo pasan con los pacientes y más contacto tienen con ellos y ellas, a las mujeres trabajadoras en los centros de cuidados, a las cajeras, a las camareras que se han quedado sin trabajo, a las trabajadoras del hogar, la mayoría migrantes y en el mercado laboral informal, etc. 

A un año del comienzo de la pandemia, los estudios con perspectiva de género confirman que las mujeres hemos sufrido de manera distinta el confinamiento y seguimos viviendo la pandemia de forma diferente de los hombres, precisamente a causas de los roles de género que la sociedad impone y las responsabilidades que recaen sobre nosotras, como si fuera natural para las mujeres cuidar.
 
En este contexto el trabajo en los entornos educativos se hace aún más importante porque este papel es determinante en la construcción del género que adquieren los niños y las niñas y por el apoyo que podemos proporcionar a sus familias. La visión de Save the Children es trabajar porque las niñas y los niños se apoyen mutuamente en jugar un rol activo e igualitario para crear cambios positivos y sostenibles en sus familias y comunidades. Apostamos a que niñas, niños, mujeres y hombres participen y se beneficien equitativamente de nuestras intervenciones identificando y abordando las causas principales de la desigualdad de género. 

En nuestras actividades socio educativas y en nuestros programas integramos una perspectiva de igualdad de género, basada en la educación en igualdad, la coeducación, que entre sus elementos claves contempla promover el saber de las mujeres, fomentar la autoestima, la autonomía, el empoderamiento y la prevención de la violencia. Apostamos por la crianza positiva, como estrategia para contribuir a acompañar a las familias a resolver inquietudes respecto a corresponsabilidad, implicación de los padres varones en la crianza de los hijos e hijas, y facilitar herramientas y espacios de construcción conjunta y colectiva de cuestiones sobre la crianza de niños y niñas. Estos espacios en tiempos de pandemia resultan imprescindibles.

Frente a la situación vivida en este último año desde los Programas de Lucha contra La Pobreza de Save the Children hemos acompañado de una forma especial a las madres que participan de ellos. Hemos tenido que adaptar la acción social de nuestros programas a una nueva realidad generando un modelo propio de acompañamiento, asegurando el apoyo y contribuyendo a la ruptura del aislamiento de las mujeres. Además, hemos contactado con los recursos de cada territorio para poder establecer el mejor mecanismo de derivación.  

Este acompañamiento, en formato online y telefónico, se ha centrado en escucharlas generando confianza para que verbalicen sus necesidades y a veces, pedir ayuda. Las hemos apoyado, haciéndonos presentes en su día a día, reforzando su papel y construyendo con ellas posibles alternativas que las ayudaran a afrontar los nuevos retos que se han ido presentando. Los encuentros entre las madres de nuestros programas han sido y son verdaderos espacios de apoyo mutuo que crean y fortalecen vínculos colectivos entre ellas. Son lugares seguros de participación, de socialización y vinculación comunitaria, de prevención de violencia de género, de empoderamiento y de fomento de valores co-educativos.

Durante la pandemia, hemos editado y publicado varios documentos para familias y vídeos explicativos en los que abordaban aspectos como la nutrición, la gestión de las emociones, la protección, el ocio y la participación infantil en casa. También, hemos abordado las desigualdades de género de manera específica, por ejemplo en la guía “Cuidado y género en emergencia”, para acompañar el cuidado en las familias, trabajarlo con los niños y con las niñas y para promover el autocuidado de los equipos profesionales y recursos para afianzar los cuidados durante la pandemia “Parenting without violence”.

Los manifiestos feministas de este 8 de marzo 2021 no recuerdan lo urgente y esencial que es promover la coeducación, así como un reparto equitativo de las responsabilidades familiares y otorgar el valor real a las tareas de cuidados, trabajo doméstico y no remunerado realizados por las mujeres.
 
Es ahora el momento de cambiar nuestra narrativa y empezar a poner al centro de nuestra existencia y nuestros discursos el valor del cuidado. Contarle a nuestros niños y a nuestras niñas que los cuidados son el pilar fundamental del estado de bienestar, hablarle desde la perspectiva de la reproducción y sostenibilidad de la vida, poner la vida en el centro de las prácticas educativas. Explicarle que cuidar se hace de diferentes maneras en el mundo, que auto-cuidarse no es solo entrenarse adelante del ordenador, pero también puede ser quedarse en silencio algunos minutos. Enseñarles que cuidar la vida es vivir en harmonía con la naturaleza respetándola y descubriendo la fuerza y el amor que nos trasmite.

Como nos recuerdan las compañeras de Fundación Mujeres, no importa de qué lugar del mundo se trate, somos interdependientes. Todas las personas hemos necesitado en algún momento de nuestras vidas que nos cuiden y en la que todas vamos a necesitarlo en un futuro (en mayor o menor medida) y aún más en momentos de crisis como lo que estamos viviendo. 

Esto es el aprendizaje que sacamos de la pandemia, y la tomamos como una responsabilidad de explicarlo a los niños y a las niñas a través de los programas de Save the Children en España. Nos estamos dando cuenta de lo fundamental que es cuidar y cuidarse. Que para acabar con esta crisis necesitamos un proceso de saneamiento colectivo y que los cuidados son una tarea colectiva donde toda, todos, todes tenemos la responsabilidad de participar. Porque cuidar no tiene ni sexo, ni género.