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Bebés prematuros en Malawi

El método del canguro salva millones de vidas

Este artículo ha sido escrito por María Cimadevilla, Storyteller de Save the Children.
 

Hay pocas cosas tan delicadas como un bebé prematuro

Eso pensé cuando visité la unidad del Hospital Queen Elizabeth en Malawi donde se atiende a los bebés prematuros y con bajo peso de esta zona al sur del país. En ese momento eran 17 los pequeños que estaban ingresados en la unidad bajo los cuidados del equipo médico y de enfermeras que acompañan a estas madres. Violet, la enfermera jefe, me decía que atienden de media unos 100 casos al mes, así que alrededor de 1.200 niños al año afrontan en esta unidad el reto de sobrevivir.

En Malawi 1 de cada 5 niños nace prematuro o con bajo peso. En un país que está sufriendo las peores inundaciones y sequías de los últimos tiempos como consecuencia de los efectos de El Niño, se espera que esta cifra siga aumentando. La mayoría de las madres que llegan a estas unidades vienen de zonas rurales donde el acceso a los cuidados médicos y sanitarios durante el embarazo es complicado por la escasez y las grandes distancias que muchas veces les separan de los centros de salud y hospitales. En muchos casos, es la mala alimentación que las futuras madres han seguido durante el embarazo una de las principales causas de estos nacimientos prematuros. Y de nuevo, la pérdida de las cosechas y la escasez de alimento consecuencias de El Niño, una de las principales razones. Un círculo que se repite: los efectos de El Niño provocan la pérdida de las cosechas, que hace que aumenten los casos de desnutrición en la mayor parte de la población afectando especialmente a niños y embarazadas, y que contribuye a que crezca el número de nacimientos prematuros y con bajo peso.

En la unidad de prematuros la temperatura es más alta que en el resto de secciones del hospital. El calor es un bien valioso para estos bebés y las incubadoras escasean. Aquí directamente no hay. La temperatura de la sala se mantiene gracias a unos calentadores situados alrededor de esta gran habitación comunitaria y los bebés suman a esa la temperatura que el cuerpo de sus madres les proporcionan directamente.

El calor es un bien valioso para estos bebés y las incubadoras escasean.

QUIERO SUMAR MI CALOR

 

Violet me explica que en esta unidad solo atienden los casos de niños con bajo peso sin otras complicaciones añadidas. Muchos llegan aquí pesando apenas 1 kilo, y son también habituales los casos de mellizos donde el calor hay que multiplicarlo por dos.

 

“Aquí cuidamos de los bebés y también de las madres”, me dice Violet. “Les enseñamos cómo deben cuidar a sus bebés para que ganen peso y crezcan, pero aquí también se crea una red de apoyo entre ellas. Algunas vienen acompañadas pero muchas están aquí ellas solas y en la mayoría de los casos tienen a otros hijos esperándolas en casa. Los bebés deben permanecer 24 horas en la posición del canguro, es muy importante.”

La técnica del canguro es tan sencilla como valiosa. Una de las enfermeras coge con delicadeza a Alice, un bebé de tan solo 8 días y lo deposita con cuidado cobre una de las telas que utilizan y empieza “la clase”. Lo primero que hay que hacer es usar un trozo de tela como pañal y colocárselo con cuidado al bebé. La mamá está desnuda de cintura hacia arriba cuando le colocan al bebé, piel con piel. Las manos del bebé sobre la madre y sus pies bajo los pechos. La cabeza queda en el centro ladeada y se le tapa con un gorrito. Mientras la madre de Alice la sujeta en esta posición, la enfermera utiliza una tela para unirlas a ambas. A continuación, con una tela de mayor anchura rodea a madre e hija y hace un nudo con la tela en la espalda de la mamá para que Alice quede completamente cubierta a excepción de la cabeza.

Fotos: Luca Muzi/Save the Children

Cada 3 horas aproximadamente las madres deben sacarse leche y  alimentar a sus bebés. Casi ninguno de ellos tiene fuerza para succionar directamente del pecho de su madre, así que con ayuda de unos pequeños vasitos de plástico, madres y enfermeras se ayudan y se turnan para alimentar a los pequeños.
 

La receta que le doy siempre a todas las madres es: Alimento, calor y amor. Lo primero les corresponde a ellas dárselo. Pero del amor nos ocupamos juntas”.

Violet, enfermera en Malawi.

Cada gramo que ganan estos bebés prematuros se vive como un gran triunfo. Alcanzar 1, 8 kilos es pasar una línea invisible que  anuncia que el momento de volver a casa está más próximo. Allí las madres deben de seguir cuidando a sus bebés siguiendo la técnica del canguro y volver al cabo de una semana para la primera revisión. “Cuando alguien viene para una revisión y el bebé pesa 2,5 kilos aquí se escuchan los aplausos”. Y sonríe, Violet sonríe y me sigue contando lo feliz que es en su trabajo, uno en el que cuida de los bebés más frágiles y de sus madres. “Y no solo de estos bebés”, me dice. “Enseño a las madres la técnica del canguro para que cuiden a su bebé ahora, pero también les digo cómo deben de cuidarse ellas durante el embarazo. Porque muchas volverán a ser madres, y si conseguimos que se cuiden correctamente podremos evitar que sigan naciendo más niños con bajo peso”.

 

 

Hay pocas cosas tan hermosas como la sonrisa de estas madres al colocar a sus bebés sobre la balanza y comprobar que han ganado peso. Hay pocas cosas tan cálidas como el abrazo de Violet.

Cada año nacen en el mundo más de 15 millones de niños prematuros o con bajo peso; el 96% en países en desarrollo como Malawi. Todos ellos se enfrentan a la batalla por sobrevivir. La técnica del canguro salva cada año la vida de millones de niños y niñas en todo el mundo. Con tu apoyo podremos seguir formando a personal médico y dotándole de material sanitario para poder atender a las madres durante el embarazo, en el momento del parto y durante los primeros meses de vida de estos bebés.

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