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BUSCAR, RESCATAR, SALVAR

SALVANDO VIDAS EN EL MAR

Más de 3.700 personas se han ahogado trágicamente en el Mediterráneo este año tratando de llegar a Europa por mar, a menudo en botes que apenas o en absoluto cumplen las condiciones para navegar. El número de muertes en el mar se ha incrementado este año en comparación con el mismo periodo de 2015, mostrando que el viaje es más peligroso que nunca.

El número de niños que hacen esta peligrosa travesía también ha aumentado en más de dos tercios en comparación con el mismo período del año anterior, con un incremento aún mayor en el número de niños que viajan solos.

Uno de los caminos tomados por estos barcos es la ruta desde el norte de África a Italia. Una persona que escoge esta ruta tiene 8 veces más probabilidades de morir en el transcurso del viaje que alguien que realiza la ruta del Egeo desde Turquía. En lo que va de año, 3.134 refugiados y migrantes han perdido la vida en la ruta central del Mediterráneo, superando el número total de muertes del conjunto de 2015. Por este motivo Save the Children ha puesto en marcha un nuevo buque de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central para terminar con los casos de niños que se están ahogando y evitar la pérdida innecesaria de vidas.

En Save the Children llevamos trabajado en los puertos italianos desde hace más de ocho años ayudando a proteger a los niños cuando llegan a tierra, y hemos visto crecer la urgencia de la situación. Ahora hemos ampliado nuestras operaciones para salvar vidas en el mar. El nuevo buque de búsqueda y rescate de Save the Children se puso en marcha el 7 de septiembre y trabajamos en estrecha coordinación con la Guardia Costera italiana para rescatar y llevar a los niños y adultos a un puerto seguro en Italia. El buque cuenta con todo lo necesario para el rescate y cuidado de 300 personas a la vez y tenemos la intención de rescatar hasta 20.000 personas del mar durante los próximos 15 meses.

Aquí compartimos las visiones personales y experiencias de nuestro equipo a bordo del buque de búsqueda y salvamento.

 

DOMINGO 2 OCTUBRE - RESCATE AL AMANECER

Miya Tajima-Simpson, destinada en el buque de Save the Children como mediadora cultural, nos da una visión de primera mano de su experiencia en el mar.

Un punto diminuto aparece en el horizonte. Mantengo mis ojos fijos en él y alerto a los demás a bordo del buque de búsqueda y salvamento de Save the Children  en el Mediterráneo.

A medida que nos acercamos, se hace evidente que es un pequeño bote atestado de gente. Nadie lleva un chaleco salvavidas y el equipo de rescate sabe que cada segundo cuenta. En quince minutos el equipo está en cubierta y preparado para ayudar.

Desde el barco de rescate hacemos un acercamiento con mucho cuidado usando un megáfono para pedirle a la gente que mantenga la calma y tranquilizando a todo el mundo explicándoles que se les dará un chaleco salvavidas y se les llevará a todos a un lugar seguro. Un chico joven junta sus manos en señal de oración mientras comenzamos rápidamente a subirles al barco. A pesar de llevar más de 100 personas, su bote no es nada más que un trozo de caucho inflado con un precario suelo de contrachapado en el centro. Momentos más tarde, nos piden que acudamos a ayudar en otro rescate y trasladar a otras 100 personas desde el barco de otra ONG.

No quiero ni pensar lo que podría haber ocurrido si no hubiéramos estado allí. Save the Children ha ayudado a salvar más de 1.300 vidas en el Mediterráneo desde el comienzo de nuestras operaciones a principios de septiembre, pero más de 3.700 personas, entre ellas 600 niños, ya han muerto tratando de cruzar este año.

Después del ajetreado día en el mar, la cubierta del Vos Hestia está llena con 200 personas a bordo y la tripulación preparada para hacer el camino de regreso al puerto en Italia. Para muchos sólo es la etapa final de un largo y tortuoso viaje que comenzó en tierra y que finalmente les condujo al Mediterráneo.

 

AMINA*

Amina *, una joven de 16 años de edad de África Occidental que conocí, es una de las muchas personas que enfrentaron estos peligros con la esperanza de encontrar una vida mejor.

Esta chica me contó que la llevaron a través del desierto en la parte trasera de un camión sin comida, sin agua y sin nada que la protegiese del sol. Me dijo que estaba huyendo de un matrimonio forzado con un hombre mayor que no conocía. Había señales visibles de abuso en sus brazos, quemaduras, moretones y cicatrices donde su madrastra le había castigado. Con la ayuda de un buen amigo, huyó de casa en medio de la noche sin mirar atrás. "Mientras esté lejos de todas esas cosas malas, no pueden tocarme", me dijo. "Quiero estudiar medicina para poder volver a mi país y ayudar a la gente, especialmente a las chicas jóvenes. Me da pena verlas sufrir".

La trágica realidad es que Amina es sólo uno de los miles de niños que hacen el peligroso viaje a través del Mediterráneo este año. Amina dejó la costa del norte de África junto a otras 6.000 personas aprovechando la pequeña ventana de buen tiempo para la navegación que se abrió esa semana. Según los informes, más de 50 personas perdieron la vida en este corto período, incluyendo una mujer embarazada. Tragedias innecesarias como estas son una clara señal de que salvar vidas, y no hacer control fronterizo, debe ser la prioridad absoluta para Europa.

Esta es la razón por la que la tripulación de Save the Children estamos decididos a seguir saliendo al mar y hacer todo lo que esté en nuestra mano para ayudar a los más vulnerables.

SIEMPRE PREPARADOS

Antes de que la misión de rescate se pusiera en marcha la tripulación tuvo que cargar las provisiones para llenar los contenedores a bordo que han sido vaciados durante el último desembarco que terminó hace unos días. Artículos tales como alimentos, botellas de agua y mantas que llenan las mochilas que distribuimos a los migrantes y refugiados los carga y cuenta meticulosamente nuestro equipo de logística para asegurase que nada falla.

La tercera operación partió de Trapani, en Sicilia, el 27 de septiembre. Con el sonido del motor de fondo y una suave sacudida bajo nuestros pies, nos pusimos en camino. Se tarda alrededor de un día y medio en llegar a la zona de búsqueda y salvamento, la zona de aguas internacionales frente a las costas del norte de África, donde en la actualidad existe una mayor necesidad de responder ante el riesgo de que las personas se ahoguen. El equipo pasó el tiempo de viaje realizando ejercicios y entrenamiento, especialmente los nuevos miembros del equipo que venían por primera vez.

Por la tarde pudimos aprovechar una ventana de buen tiempo y poner en marcha los dos botes de rescate y practicar nuestros procedimientos de salvamento. El primer bote tiene un mediador cultural y expertos salvavidas de rescate a bordo que permanecen con el bote todo el tiempo que dura el rescate para tranquilizar a la gente y explicar lo que está sucediendo. El segundo bote recoge hasta doce personas a la vez desde la embarcación en peligro, que es a menudo una pequeña barca de caucho o un viejo barco de madera, hasta la seguridad del buque de rescate de Save the Children. Allí son recibidos por nuestro equipo que atiende sus necesidades más básicas, tales como realizarles un reconocimiento médico y distribuir alimentos y agua.

LA VIGILANCIA

Al despuntar el día, la tripulación vigila el horizonte con prismáticos, comprobando constantemente con el capitán cualquier cosa que ven. Las primeras horas de luz solar son los momentos donde más se detectan barcos procedentes de la costa del norte de África. A menudo salieron en la oscuridad de la noche cuando no pueden ser vistos por los guardacostas, y llegan a la zona de búsqueda y salvamento en las primeras horas de la mañana.

Es difícil predecir cuándo tendrá lugar un rescate, pero sabemos que es más probable cuando el viento sopla desde el sur y la altura de las olas es inferior a un metro. Estas condiciones hacen que sea más fácil para los barcos con motores más pequeños viajar más lejos. Se sabe que más de 200.000 personas esperan para hacer el viaje y como las condiciones del mar empeoran en los meses de invierno, el viaje se volverá más peligroso.

La peligrosa realidad para los niños que hacen este viaje rara vez es noticia. Las cifras muestran que el número de niños que están cruzando el mar se ha incrementado en más de dos tercios en comparación con el mismo período del año pasado. Más del 90% de ellos se han enfrentado al peligro de morir en el mar y a un nuevo continente sin sus padres. También sabemos que este viaje es más peligroso que nunca. Nuevos datos de Save the Children revelan que una media de dos niños al día murieron o desaparecieron entre el 1 de enero y el 26 de septiembre.

Esta preocupante tendencia demuestra que es más importante que nunca que Save the Children seamos capaces de estar ahí, preparados para responder.