Día de la madre - Nelab y su hija

Día de la Madre
#SaveTheMothers

  

Flores, dibujos, perfumes, bombones, fotos, abrazos, pulseras... Todo vale para reconocer y agradecer a nuestras madres su existencia. Cualquier detalle sirve hoy para que muchos hijos e hijas muestren su amor incondicional a sus madres. 

En el Día de la Madre queremos homenajear esta figura tan importante para los niños y las niñas. En España y en todo el mundo existen muchos tipos madres, pero todas tienen un mismo objetivo: que sus hijos e hijas sean felices, tengan salud y puedan recibir una educación de calidad. En definitiva, que no les falte de nada y puedan vivir dignamente.

Sin embargo, este día tan festivo y de celebración en el que muchas madres serán colmadas de regalos, será para otras un día cualquiera más: facturas sin pagar, platos de comida vacíos, casas frías y con humedades... dudas, miedo e impotencia.

Save the Children celebra este día reivindicando el papel de las madres y poniendo en valor las diferentes caras de la maternidad. No todas las madres cuentan con las mismas oportunidades ni se enfrentan a las mismas situaciones. Hay muchas realidades y muchas maternidades. Aquí te contamos solo algunas de ellas.

ESPAÑA: MALABARES Y FACTURAS

Ser madre es, por lo general, una alegría, pero conlleva también esfuerzo y numerosos gastos, especialmente si lo eres sola. En España, ser madre supone una dificultad adicional sin una pareja con la que compartir la maternidad y la crianza de los hijos e hijas.
Criar a un hijo en 2022 en nuestro país era de 672€ al mes, algo inasumible para muchas familias monomarentales que deben hacer malabares para poder sacar a sus hijos adelante. 

A Marcela, madre de Mateo, un niño de 13 años, sus ingresos de 600 euros al mes no le permiten cubrir el coste total de la crianza de su hijo, ya que no puede hacer frente a gastos necesarios como el dentista o actividades de ocio. “El alquiler son 425 euros. Actualmente debo 3 facturas. A Mateo le gustaría tocar la batería, pero no puedo pagarle unas clases de música. Mi hijo no puede salir con sus amigos a comer a un sitio de comida rápida, no me lo puedo permitir. Como mucho le puedo dar 1 euro para que compre alguna chuche. La ropa que le compro es de segunda mano”, afirma esta madre sola.

En España, tener hijos implica a menudo caer en la pobreza. En los hogares con menores de edad la tasa de pobreza se sitúa en 24,7%, frente al 16% de los hogares sin niños y niñas a cargo. En los hogares monomarentales la tasa alcanza el 46,1%. Por lo general, las mujeres cuentan con mayor precariedad y pobreza laboral, lo cual influye en sus tasas de pobreza, desproporcionadamente elevadas. Los hogares encabezados por madres solas en situación de pobreza severa alcanzan el 24,1% del total en 2022, según la Encuesta de Condiciones de Vida publicada recientemente.

Marcela con su hijo

Marcela con su hijo Mateo.

UCRANIA: DAR A LUZ EN MEDIO DE UNA GUERRA

El 24 de febrero de 2022 daba comienzo la guerra en Ucrania. Las sirenas antiaéreas sonaron por todo Kyiv, la capital, y desde ese momento muchas cosas iban a cambiar en el país y en el mundo. 

Como en todas las guerras, la infancia es quién más sufre las consecuencias. Se calcula que han nacido más de 900 bebés al día desde que se intensificó el conflicto, y las consecuencias están teniendo un grave impacto en la salud de las madres y sus recién nacidos.  

Por aquél entonces, mientras gran parte del mundo miraba a Ucrania y Rusia, Antonina no apartaba la vista de su hija recién nacida, Ganna, a la que dio a luz mediante una cesárea de urgencia debido al estrés y la ansiedad unas 10 semanas antes de la fecha prevista del parto. La niña nació prematuramente con el sistema inmunitario debilitado y tiene que medicarse durante sus primeros tres años de vida. 

Embarazada de 30 semanas, Antonina tuvo que huir de su casa junto con su marido por culpa de los combates y refugiarse en otra ciudad: "La guerra añadió un enorme estrés a mi embarazo. No podía dormir con el ruido constante de los combates y el miedo a que le pasara algo a mi familia. Estaba tan estresada que acabé padeciendo hipertensión. Sabía que algo iba muy mal, pero vivíamos en una zona sin médicos que pudieran ayudarnos, así que tuvimos que irnos", explica. "Si no hubiera sido por la guerra, no creo que hubiera tenido un embarazo tan estresante", sentencia esta madre ucraniana.

Antonina con su hija Ganna

Antonina con su hija Ganna.

AFGANISTÁN: EL PEOR LUGAR DONDE SER NIÑA... Y MADRE 

Afganistán encabeza la lista de los siete países donde los niños y las niñas pasaron más necesidades en 2022 en todo el mundo. Esto se traduce en unos 14 millones de menores de edad necesitados de ayuda, y otros tantos millones de madres sufriendo por ello. 

Conflictos, crisis climática y devastación económica han llevado a una situación de desesperación a muchas familias en el país. Los niños y niñas se acuestan con hambre noche tras noche, y millones corren el riesgo de sufrir desnutrición grave y otras enfermedades potencialmente mortales. Esto hace que muchos padres tomen medidas desesperadas para sobrevivir: envían a sus hijos a trabajar o sobreviven sólo con pan. Las niñas, además, son especialmente vulnerables al matrimonio infantil cuando sus padres no pueden hacer frente a los costes económicos de mantener la familia.

Cada año millones de niñas en todo el mundo son forzadas a casarse, obligadas a renunciar su derecho a la educación, a la atención sanitaria y a su bienestar y desarrollo físico y emocional. Deben abandonar su infancia y dejar de ser niñas. El matrimonio infantil está estrechamente vinculado con la maternidad temprana: con frecuencia, las niñas casadas se quedan embarazadas durante la adolescencia, lo cual incrementa el riesgo de sufrir complicaciones graves durante el embarazo y el parto, tanto para ellas como para sus hijos e hijas.

Las consecuencias del matrimonio infantil son inmediatas, de largo alcance y a menudo intergeneracionales.

Rahima vive en el norte de Afganistán con sus padres y cinco hermanos

Rahima vive en el norte de Afganistán con sus padres y cinco hermanos.

NÍGER: EL HAMBRE QUE MATA LA ESPERANZA

Se calcula que en Níger más de 3,6 millones de personas -aproximadamente una séptima parte de la población- corren el riesgo de sufrir una grave inseguridad alimentaria, y casi medio millón de niños y niñas menores de 5 años sufren las peores consecuencias de la desnutrición. 

En este desolador contexto, vemos a las madres hacer todo lo posible para salvar a sus hijos. Madres coraje que luchan con las pocas fuerzas que les quedan para que sus hijos e hijas sobrevivan al hambre más atroz: mujeres sembrando, mujeres cuidando, mujeres cocinando. Madres que miran a sus hijos mientras piensan cómo consolarles, alimentarles y darles esperanza de vivir.

Hadjara, de 35 años, es refugiada y madre de tres hijos. Llegó a Níger desde Nigeria: "Conseguimos ayuda en el pueblo, pero la última vez que nos distribuyeron alimentos fue hace 3 o 4 meses. Me dedico a la venta de pasteles de mijo o compro y vendo cosas. Pido prestado dinero o grano al pueblo vecino con las comunidades locales y cuando termino el día, devuelvo el préstamo”, explica. “Quiero que todo cambie, todo, para mí y mi familia. Quiero comida. Quiero que mis hijos vayan a la escuela", suplica esta madre.

Madre en uno de nuestros centros en Níger

Una madre en uno de nuestros centros médicos en Níger.

MÉXICO: MAMÁ JORNALERA

Maurilia tiene 38 años, es mexicana y madre de tres niñas y un niño. Esta jornalera agrícola, originaria del estado de Guerrero, se ha desplazado para trabajar en el campo al estado de Sinaloa. Corta chile o tomate de 7:30h a 16:30h. Como ella, cada temporada agrícola -de octubre a mayo- 150.000 jornaleros y sus familias migran hasta ese estado mexicano. Viven en albergues, propiedad de los agroexportadores, que se caracterizan por ser espacios que no reúnen las condiciones de habitabilidad adecuadas y por enfrentarse a distintos problemas como hacinamiento, violencia familiar, adicciones, falta de instalaciones de saneamiento, limitado acceso a servicios de salud, educación y enfermedades prevenibles relacionadas con una alimentación inadecuada. 

Para las niñas, niños y adolescentes, vivir en estas condiciones representa un desafío de supervivencia. Mientras sus madres y padres trabajan ellos permanecen solos en estos albergues o incluso los acompañan al campo a trabajar. "A veces nosotros nos llevábamos a nuestros hijos porque todas las personas que conocemos se iban a trabajar también y nadie podía cuidarlos", cuenta Maurilia. Y añade: “Me preocupaba que mis hijos estuvieran en el campo porque hay tractores que pueden atropellarlos o que se envenenaran porque a veces fumigan en el campo sin importar que nosotros estuviéramos cerca. No me sentía bien andar ahí con ellos, yo veía que sufrían mucho”, afirma esta madre.

La mayoría de las y los jornaleros agrícolas se desplazan desde comunidades muy pobres del sur del país hacia el norte en búsqueda de empleos temporales que son su único sustento durante un año. Maurilia quería quedarse en Sinaloa para que sus hijos pudieran ir a la escuela, aprendieran y no tuvieran que luchar para sobrevivir como ha tenido que hacerlo ella. Lo ha conseguido. Sus hijos asisten a los comedores que Save the Children ha habilitado y que son parte del programa integral de atención a hijas e hijos de jornaleros agrícolas. Gracias a ello, los hijos de Maurilia ya no acompañan a su madre al campo a trabajar. Se quedan en el comedor donde reciben tres alimentos al día y participan en actividades educativas. Para cualquier madre, el bienestar de sus hijos e hijas es una prioridad. 

Maurilia madre de tres niñas y un niño

Maurilia con tres de sus cuatro hijos.