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Emergencia en Filipinas: la escuela como terapia

Esta entrada ha sido escrita por nuestro compañero en Filipinas, Evan Schuurman.

En el patio donde los niños solían jugar al fútbol o saltar a la cuerda se pueden ver ahora dos árboles enormes tirados en el suelo. Un poco más allá, otro árbol ha caído encima del techo de una de las aulas como consecuencia del tifón Haiyan que azotó la parte central de Filipinas el pasado 8 de noviembre.  Dentro de otra clase, un árbol ha atravesado el techo y ha golpeado las mesas y sillas que utilizaban los niños para sentarse. Ahora, esa es una de las seis aulas que no se pueden utilizar por falta de seguridad en el Colegio de Primaria Dumalog, en Panay Island.

Recuerdo que alguien me escribió para pedirme que fuera a ver el colegio tras la tormenta y no pude creer lo que había pasado”

Continuando con la rutina diaria, un estudiante de 6º grado iza la bandera nacional a las 7:30 en punto antes de que sus profesores y compañeros hagan el tradicional juramento a su país. La ceremonia casi hace saltar las lágrimas a Floresa Sánchez, la directora de la escuela. “Recuerdo que alguien me escribió para pedirme que fuera a ver el colegio tras la tormenta y no pude creer lo que había pasado”, comenta Floresa. “ Estaba afectada y nerviosa por no saber cómo estarían los profesores y los alumnos en el colegio. Solo han venido unos 100 alumnos y alumnas a la escuela hoy cuando normalmente hay más de 700. De los profesores, solo ha faltado uno; casi un 100% de asistencia. Ésta era una escuela muy feliz y nuestros alumnos siempre estaban muy contentos”, añade. “Todo lo que puedo hacer hoy es pedir a los niños que inviten a sus amigos y hermanos a venir”.

Colegios destruídos

Los 196 colegios que se encuentran en la provincia de Capiz fueron golpeadas por el tifón Haiyan, unos daños que el gobierno local estima por un valor de 26 millones de dólares. Dumalog fue uno de los municipios más afectados. Así, el colegio decidió que esta semana fuera lo más entretenida posible para los alumnos – muchos de los cuales han perdido sus casas debido a la tormenta.

Decidimos seguir jugando para que los niños pudieran olvidar la terrible experiencia que les había tocado vivir. También estuvimos cantando, bailando y pasándolo bien para hacer que las actividades sirviesen de terapia para los estudiantes”, 

Josephine Hari-on, profesora de 3º grado.

Avegail Borda tiene 12 años y está en sexto grado. Cuando se le preguntó si un día querría participar en el izado de la bandería, sonrió y asintió con un rotundo “sí”.  Avegail se muere de ganas de volver al colegio. Su madre Ave está preocupada por las posibles consecuencias a nivel psicológico que el tifón haya dejado a sus dos hijos. “Creo que estarán afectados durante bastante tiempo ya que incluso personas más mayores han quedado traumatizados”,comenta. “El colegio es vital así que cuanto antes esté restablecido mejor será para que los niños puedan olvidarse de lo que ha pasado”.

La escena cambia a unos kilómetros de distancia por la costa donde el Colegio de Primaria Punta Cogon apenas sufrió ningún desperfecto.  Tan solo tuvo daños leves en el techo y dos paredes internas se derrumbaron. De hecho, está previsto que se reabra en unos días. Sin embargo, a pocos metros, el centro de Asistencia ha desaparecido. Había sido construido por vecinos de la comunidad como Jojo Delfin pero la tormenta se lo llevó por delante.

55 niños acudieron al centro y otros 200 al Colegio de Primaria. “Si podemos contar con los materiales necesarios, creemos que en una semana habremos podido rehacer el centro de Asistencia pero es un hecho que conseguir dichos materiales no va a ser fácil”, señala Jojo. Dos de sus hijos dan vueltas alrededor de lo que queda del edificio y se detienen en la zona de juegos. Hay un balancín destrozado por una valla y de los columpios solo queda la estructura de metal. “ Afortunadamente el colegio no fue muy dañado y se podrán empezar las clases en breve. Pero es cierto que no todos los colegios tuvieron la misma suerte”.