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En 18 países se sigue reclutando a menores soldado

A pesar de que resulta difícil conocer la cifra exacta de menores soldado en el mundo, todavía 18 países siguen reclutando según datos de Naciones Unidas. No sólo Siria y República Centroafricana, donde el conflicto se recrudece, sino también Afganistán, Colombia, Costa de Marfil, Filipinas, Irak, Líbano, Mali, Nigeria, Myanmar, Pakistán, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, República Democrática del Congo, Tailandia y Yemen. Las organizaciones Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación El Compromiso y Save the Children, un año más, recuerdan que también las niñas son víctimas de esta realidad, en ocasiones utilizadas como esclavas sexuales y para matrimonios forzados, pero también armadas para la guerra.

El reclutamiento de menores soldado es una práctica prohibida por el Protocolo facultativo de la Convención de derechos del niño sobre la participación de menores en conflictos armados, la herramienta que asegura que ningún niño o niña es utilizado como soldado. Existen alrededor de 51 grupos armados documentados por Naciones Unidas, como Boko Haram, en Nigeria; Seleka y Antibalaka en República Centroafricana; Al Shabaab en Somalia; el Estado Islámico del Iraq y Sham (ISIS) o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), así como otras partes que reclutan a menores.

No todos los casos son de menores reclutados a la fuerza. Existen factores que pueden influir para que un niño o una niña se una a un grupo armado de manera “voluntaria”. En algunos países, unirse a un grupo armado se ve como una salida a situaciones de pobreza extrema, con limitadas oportunidades de empleo y situaciones de inseguridad, en las que la milicia puede proporcionar protección, comida y una familia sustituta.

Es el caso de Pierre, un ex-menor soldado de 17 años de República Democrática del Congo que se unió dos veces a un grupo armado:

No tenía nada que hacer. Me prometieron comida, trabajo y una carrera militar"

Finalmente pudo abandonar los grupos para asistir a clases de formación profesional en uno de los campamentos de desplazados de Mweso, Kivu Norte .

Las niñas en el conflicto armado

En 2013, Naciones Unidas ha detectado que al menos siete de los 18 países que reclutan menores, Colombia, Filipinas, República Centroafricana, Somalia, Sudán, República Democrática del Congo, Tailandia, también utilizan a niñas. A pesar de que fundamentalmente son usadas como esclavas sexuales y en matrimonios forzados, las niñas también son adiestradas para la guerra, para llevar armas y para participar activamente en los conflictos armados para los que son reclutadas o secuestradas. Además, esta igualación en las armas y la utilización de la violencia no supone, sin embargo, estar libres de abusos y violencia sexual, ni de estigma y desvaloración por ser niñas, así como de posible rechazo en el contexto familiar en el momento de la reintegración.

Cristal tenía 16 años cuando se unió al grupo armado de Seleka, en República Centroafricana, después de que se llevaran detenido y maltrataran a su hermano mayor. Su función en Seleka era la de supervisar los vehículos y recaudar dinero en un puesto de control.

Eran los hombres armados quienes dominaban aquí, y yo decidí unirme a ellos para defender mi familia ... Si no me unía, no hubieran liberado a mi hermano mayor. Antes de que comenzara el conflicto, yo iba a la escuela, pero desde que estalló la violencia no tenía nada que hacer. No es algo bueno para un niño. Verá sangre, personas decapitadas, verá muerte, y todo eso tendrá consecuencias psicológicas en él"

Ahora Cristal lleva un pequeño negocio donde vende cacahuetes en el mercado y a los camiones que van de paso.

Esclavitud y violencia sexual, matrimonios forzados, y problemas de salud son algunas de las violaciones más graves que sufren las niñas en un conflicto armado. De acuerdo con Naciones Unidas la mayor parte de las niñas reclutadas en la República Democrática del Congo eran sometidas a esclavitud sexual. En Sierra Leona un 60% de las niñas soldado se convirtieron en “bush wives” (esposas de la selva), fenómeno que también se ha documentado en Liberia o Angola. También se han documentado casos de matrimonios forzados en Colombia entre menores y comandantes de las FARC. Muchas veces asienten al matrimonio por razones de seguridad, pues el estatus de esposa de un mando evita que sigan siendo violadas por otros miembros del grupo armado.

Muchas niñas, incluso cuando han formado parte activamente de los combates se quedan fuera de los programas de desarme y rehabilitación, como consecuencia de diversos factores asociados a la discriminación de género.

¿Como ayudamos a los niños y niñas solado?

Nuestra respuesta al reclutamiento de niños incluye la búsqueda y reagrupamiento de familiares, la reintegración socio-económica y el apoyo psico-social. Nuestro objetivo es fortalecer los mecanismos de protección de la infancia (RECOPE) de cara a darle la posibilidad a las propias comunidades de realizar estas mismas actividades. Trabajamos con asociaciones existentes, líderes de las comunidades y familias para entender y apoyar, cuando sea necesario, los mecanismos tradicionales y evitar las violaciones de la protección infantil.

Los grupos RECOPE desempeñan un papel muy importante en la defensa de la liberación y la reinserción de los niños, también evitando que sean reclutados. Esto se realiza mediante actividades de sensibilización, supervisión y presentando informes donde se explican los problemas de ser reclutados por estos grupos armados. RECOPE también intenta incidir sobre la vulnerabilidad a la contratación y la importancia de la construcción de la paz.

Simón* tiene 17 años y es miembro del grupo Anti-Balaka, con sede en Bangui. El nació en un pueblo del norte de la capital. Su familia fue asesinado por un grupo armado cuando tenía 16 años, y su casa fue saqueada e incendiada. Él, junto a la banda armada, emprendieron camino a Bangui. Simón dice que era el más joven del grupo y que, pese a estar armado, rara vez le mandaban a combatir a primera lína de fuego. Quiere dejar el grupo y dejar de llevar armas, pero cree que no hay ningún tipo de perspectivas de futuro para él, sin trabajo y sobreviviendo por sus propios medios. Necesita aprender un oficio, pero no sabe por dónde empezar. Simón también plenamente convencido que la guerra no ha terminado y los grupos armados deben mantener su arsenal, estar preparados por si vuelven a atacar los enemigos.

Jean*, cuyo padre falleció cuando él era un niño, se unió al grupo armado Seleka cuando tenía 16 años ya que su familia tenía grandes problemas para llegar a fin de mes y ésto era una forma de ganar dinero. Estuvo con el grupo durante seis meses en un punto de control rebelde cerca de Bangui. Participó en combates y fue testigo de actos terriblemente violentos. Jean dejó el grupo por propia voluntad y volvió a su casa, donde es más feliz, pese a no saber lo que le deparará el futuro.

Jules*, de 12 años de edad es un excombatiente del grupo Anti-Balaka y acaba de reagruparse con su familia después de meses como niño soldado en los montes de Bangui. Jules de pequeño estuvo bastante enfermo y tuvieron que operarle varias veces. Su familia tenía pocos medios, por eso cuando su hermano mayor fue a Bossangoa, a 300Km de la capital, a buscar trabajo se llevó a Jules y lo tuvo a su cargo. Cuando el grupo Seleka llegó a Bossangoa, atacaron la zona donde vivían, y mataron en el ataque a su hermano. Jules estaba muy enfadado, lleno de ira, así que se unió al grupo Anti-Balaka para vengar la muerte de su hermano.

Luchó en sus filas durante meses, pero hace poco, la madre de Jules se enteró de que estaba en una de las bases AB cerca de un campamento de personas desplazadas, así que fue a buscarle. Se aseguró de que deshacía de sus armas y le llevó a casa. Su familia tiene ahora problemas económicos y siguen viviendo en un campamento, pero su madre tiene claro que quiere protegerlo y evitar que se una de nuevo a un grupo armado.

Más información

El Protocolo facultativo de la Convención de derechos del niño sobre la participación de menores en conflictos armados aumenta la edad mínima para la participación directa en hostilidades de 15 a 18 años y obliga a los Estados parte a poner en vigor disposiciones estrictas allí donde no se cumpla, impedir el reclutamiento y proporcionar servicios de recuperación a los niños desmovilizados. En la actualidad, 159 países han ratificado este Protocolo. Todavía 22 no lo han firmado ni ratificado y 14 lo han firmado, pero aún no lo han ratificado. España lo ratificó en el año 2002.

Las organizaciones Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación El Compromiso y Save the Children piden a España que las iniciativas para acabar con el reclutamiento de niños y niñas tengan carácter prioritario dentro de su papel como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.