GAZA HOY:
2 MESES DESPUÉS DEL ALTO EL FUEGO
Desde hace más de dos años, la violencia en Gaza ha tenido un impacto sin precedentes en los niños y niñas palestinos, causando daños físicos y mentales irreversibles, con consecuencias que amenazan no solo su futuro, sino el propio tejido de la sociedad palestina.
Hoy, dos meses después del alto el fuego, hablamos sobre cómo están viviendo los niños y las niñas este invierno, si el hambre en la Franja se ha reducido y si, entre balas y bombardeos, aparece la esperanza.
¿Cómo viven los niños y niñas de Gaza el invierno?
Las lluvias, las bajas temperaturas de este invierno y el bloqueo del Gobierno israelí a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza están provocando que niños y niñas no puedan cubrir sus necesidades básicas: acceso a agua potable, alimentos, un refugio seguro, ropa de invierno, atención médica y psicológica.
Nuestros compañeros y compañeras de Save the Children en Gaza nos cuentan que las tiendas de campaña de los campamentos en los que viven muchas familias se han inundado o han resultado gravemente dañadas por estas lluvias y por las aguas residuales, porque, tras dos años de bombardeos israelíes, el sistema sanitario de la Franja se encuentra prácticamente colapsado.
El Gobierno israelí ha prohibido la entrada a la Franja de artículos esenciales como postes para tiendas de campaña, artículos de refugio, ropa de invierno y mantas. Tampoco ha permitido la madera, postes de tiendas de campaña ni herramientas porque las consideran artículos de “doble uso”.
El hambre persiste pese al alto el fuego
Los números que reflejan la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF) -la principal autoridad internacional sobre la gravedad de las crisis de hambre- muestran que 1,6 millones de personas, o el 77 % de la población de Gaza, incluidos unos 800.000 niños y niñas, seguirán enfrentando inseguridad alimentaria en 2026.
Esto significa que 4 de cada 5 niños y niñas en Gaza comenzarán el nuevo año siguiendo enfrentando niveles críticos de hambre.
Si bien en las últimas semanas se ha permitido la entrada de parte de la ayuda humanitaria a Gaza, la entrega sigue siendo irregular y muy inferior a los compromisos del alto el fuego. El CIF señala que es urgente que se permita la entrada de nuevos alimentos en la Franja porque los productos más sanos, como los lácteos, los huevos, la carne, el pescado y las frutas y verduras frescas, prácticamente no están disponibles en los mercados.
Como resultado, las necesidades siguen sin estar cubiertas y los niños y niñas sufren formas más graves y prolongadas de desnutrición. Las consecuencias de esta desnutrición a largo plazo afectan a su desarrollo físico y cognitivo.
A todo esto se suma que, en invierno, con las bajas temperaturas y las inundaciones, los niños y las niñas corren un alto riesgo de sufrir diarrea, enfermedades de la piel como la sarna, infecciones respiratorias como la neumonía o hipotermia. La desnutrición agrava estos riesgos al limitar la capacidad de los niños y las niñas para mantener la temperatura corporal y recuperarse de las enfermedades.
Nour, una niña que da esperanza
Nour tenía solo 18 meses cuando la guerra le arrebató todo. Un bombardeo destruyó el bloque donde vivía con su familia en Gaza. Fue la única superviviente entre 70 personas. El impacto la lanzó desde su apartamento, a 30 metros de altura, hasta la calle. Sus dos piernas quedaron rotas, además de otras lesiones, y ya sufría una discapacidad auditiva y del habla.
Desde entonces, Nour vive con sus abuelos, a quienes llama “mamá” y “papá”. Ellos han hecho lo imposible para darle una vida digna: caminaron tres kilómetros cada semana durante meses para llevarla al hospital, donde recibió implantes de platino en las piernas y el brazo, además de terapias para recuperar el habla y la audición, aunque aún necesita más cirugías para corregir sus piernas y otras secuelas.
En Save the Children hemos estado a su lado desde el principio: le proporcionamos leche, pañales, una tienda de campaña cuando su casa quedó destruida, asistencia económica y un espacio seguro donde aprender y jugar. Hoy, Nour asiste a clases en un entorno protegido, donde sonríe, dibuja y aprende a contar en inglés y árabe. Su abuelo dice que solo quiere que su nieta tenga “salud y educación”.

El alto el fuego de hace dos meses ha supuesto un respiro para la infancia pero no es suficiente. Las bombas deben dejar de caer de forma permanente: en este tiempo, más 360 palestinos han muerto, incluidos más de 70 niños y niñas, según Naciones Unidas.
La ayuda debe entrar en Gaza para proteger a la infancia y para que organizaciones humanitarias como Save the Children apoyemos a las familias a satisfacer sus necesidades y a reconstruirse. Y tras 70 años en la Franja, tenemos claro que seguimos trabajando para que todos los y niñas de Gaza estén protegidos.