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Huyendo de Hodeida, en Yemen

Una nueva ola de violencia que ha visto aumentar los bombardeos y estallidos de enfrentamientos mortales al sur de la ciudad de Hodeida en Yemen está poniendo en peligro la vida de miles de niños, donde diariamente hay tres mil niños de media que están huyendo. Incluso antes del último aumento de la violencia, un promedio de 6.238 personas, la mitad de las cuales son niños y niñas, huían todos los días de Hodeida.

En poco más de 50 días (del 1 de junio al 24 de julio) la constante amenaza de bombardeos, hambre y falta de servicios básicos provocó el desplazamiento de un total de 330.610 personas de Hodeida según las Naciones Unidas.

El viaje para aquellos que intentan huir a menudo no es seguro: las familias tienen que enfrentarse a los campos de minas, los ataques aéreos y verse obligados a cruzar áreas de combate activo en un intento por escapar de la zona asediada. Las víctimas civiles en los distritos más afectados se duplicaron a comienzos de julio a medida que los enfrentamientos se trasladaron a zonas más pobladas, según la Agencia de Refugiados de la ONU.

Incluso si lo logran, las aldeas y las comunidades a las que huyen están saturadas y simplemente no pueden hacer frente a la afluencia de personas o brindarles servicios esenciales. Esto pone en riesgo a todo el país, dejando a los más vulnerables viviendo en condiciones de hacinamiento y luchando por encontrar suficiente comida, agua o medicinas para sobrevivir. Esto podría llevar a una inseguridad alimentaria extrema o un brote de cólera, sarampión o difteria, enfermedades que ya se han apoderado de Yemen y afectan de manera desproporcionada a los niños más débiles y desnutridos, dejando un sistema de salud ya debilitado al borde del colapso. 

Las víctimas de la infancia

Razan* tiene ocho años y se hirió la vista gravemente cuando huía de la violencia. Para facilitar el viaje, la familia de Razan se dividió en distintos grupos: la madre y sus hermanos se fueron con su tío, mientras ella huía con su padre en moto.

Mientras huían en la moto, un bombardeo aéreo golpeó otro vehículo en la misma calle. Una pieza de metralla golpeó a Razan en un ojo y le causó una fuerte hemorragia acompañado de dolor. Su padre, Samir, tuvo que continuar el viaje por seguridad. Solo tuvo tiempo de cubrirle la herida con un pañuelo.

Razan estaba llorando y agarrándose a mí con miedo y dolor. No pude hacer nada por mi hija, así que le vendé los ojos con mi chal para intentar detener el sangrado y continuamos el viaje. En ese momento solo deseaba que me hubieran herido a mí, no a mi hija.”

Samir, padre de Razan

Una hora después llegaron al distrito de Almrawah. Razan seguía sangrando, así que su padre fue al hospital más cercano. La herida era difícil de tratar y tuvieron que buscar un centro oftalmológico especializado, pero estaba lejos y no podían pagar lo que costaba el autobús para llegar ahí.

Razan pasó cinco días con un intenso dolor mientras su ojo se seguía inflamando y perdía visión en el ojo. Finalmente, Samir consiguió quién le prestó dinero suficiente para poder llegar al hospital y fueron inmediatamente. Cuando llegaron, un médico del equipo de Save the Children remitió a Razan a una operación de urgencia que le pudiera devolver la vista.

Ahora Razan se está recuperando de su horrible experiencia, pero necesitará más cirugías en la retina y la córnea. La pequeña Razan solo quiere que el conflicto acabe pronto para poder volver a clase ya que su escuela actual se encuentra junto a un edificio del gobeirto que suele ser blanco de numerosos ataques.  

Una guerra que debe acabar

La ciudad de Hodeida se ha convertido en un pueblo fantasma. Las calles están vacías incluso durante el día y hay puntos de control en todas partes. La devastación causada por los ataques aéreos y los bombardeos es evidente. Hodeida ya era la zona más pobre de Yemen, que es el país más pobre de Medio Oriente, antes de esta última ofensiva y simplemente no puede soportar otro golpe.

La gente teme morir tanto si se quedan como si huyen, pero incluso si logran salir sus vidas siguen en peligro. Con la economía en ruinas y las instalaciones sanitarias y de salud en todo el país destruidas, las condiciones ahora son las adecuadas para que la enfermedad y el hambre se extiendan. Las agencias de ayuda humanitaria están haciendo lo que pueden para mantener viva a la gente, pero en última instancia, nuestros esfuerzos son solo un yeso sobre una herida abierta.

En los últimos años, España se ha convertido en uno de los mayores exportadores de armas del mundo. Armas que pueden terminar matando e hiriendo a niños inocentes en países como Yemen. Esto debe parar.

España tendría que incrementar la ayuda y asistencia a los niños atrapados en conflictos armados en vez de vender armas. Pide al Gobierno que proteja a los niños y niñas atrapados en conflictos armados y suspenda todo tipo de transferencia de armas españolas a países en conflicto.

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