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México: cómo sobrevivir a dos terremotos

Todo sería un simulacro. A media mañana, las alarmas sonarían y abandonarían el aula en orden, sin correr, hasta ponerse a salvo en el patio. No llevarían sus mochilas consigo, todo quedaría intacto en el pupitre, como si el tiempo se hubiera detenido tras sonar el timbre. La maestra se lo había explicado días atrás en la escuela y en su casa sus padres insistían: sería un ensayo. No ocurriría ningún terremoto. Sin embargo, cuando el pasado 19 de septiembre el suelo tembló, Santiago sintió que aquello iba en serio.

En cuestión de segundos, un crujido ensordecedor lo envolvió todo. Entonces corrió. Salió del aula sin su mochila, sin sus libros, sin sus lápices. Huyó al patio para salvar su vida. “¿No dijeron que sería un simulacro?”, preguntó confundido a su madre cuando poco después acudió asustada a recogerle. “Fue la naturaleza”, le respondió con la voz entrecortada mientras le abrazaba.

Nadie murió ese día en el municipio de Tepapayeca, en Puebla (México), pero más de 80 familias resultaron afectadas por el terremoto, una tercera parte de la población, y desde entonces muchos niños no han vuelto a ser los mismos.

Ahora, a cada rato, escuchan un ruido y lloran”

Basta mirar alrededor para entenderlo. El día del sismo numerosas casas se vinieron abajo y otras muchas tuvieron que ser derrumbadas debido al mal estado en que quedaron. Quien ha experimentado un terremoto sabe que nunca se pierde el miedo a que ocurra de nuevo. Las secuelas psicológicas permanecen profundas en quienes han pasado por esta experiencia. Por ello, en Save the Children prestamos apoyo psicoemocional a los niños y a sus familias para ayudarles a superar el trauma. Mediante el programa HEART (Curación y Educación a través del Arte), animamos a los pequeños a reflejar en dibujos y otras expresiones artísticas cómo se sienten.

La mayoría refleja alegría cuando dibujan los albergues porque en ellos se sienten seguros, pero revelan tristeza al recordar el día del terremoto”

Paola, promotora de Save the Children en Juchitán (Oaxaca). 

Ella trabaja en uno de los 15 espacios amigables de la Infancia que Save the Children ha instalado en las zonas más afectadas por los terremotos. En total, desde septiembre hemos atendido a más de 2.900 niños y niñas, a quienes prestamos apoyo psicosocial. Desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, los niños encuentran protección en estos espacios donde juegan, se expresan y tratan de recuperar parte de la normalidad perdida.

 

Juchitán fue una de las localidades más afectadas por el temblor registrado en México el 7 de septiembre y la fuerte réplica que le siguió el día 23, que terminó de destruir los edificios resquebrajados semanas atrás. Desde entonces, más de 7.000 réplicas han roto la calma en todo el estado de Oaxaca. En cualquier momento del día y de la noche. La sensación de vulnerabilidad que provoca este fenómeno impide retomar la rutina. Siempre se teme la próxima sacudida.

Por ello, para quienes superar el trauma se hace más difícil, Save the Children intenta prestar un seguimiento personalizado. Es el caso de Francisco.

Desde el día del terremoto no ha querido regresar a su casa. Su mamá va allá todas las mañanas, pero él se niega a salir del albergue. Le he pedido que me invite a su casa y ha aceptado, a condición de que no le deje solo y le traiga de regreso”

Paola

Francisco, de tan solo 5 años, dormía la noche que ocurrió el terremoto. Su madre le despertó bruscamente para sacarle apresurada de casa. Ella explica que ahora el niño tiene muchas pesadillas y tampoco quiere regresar a la escuela por miedo a que se derrumbe de nuevo.

Duerme y se despierta llamándome. No quiere volver a casa ni a la escuela. A veces, ni siquiera quiere comer, ha perdido el apetito”

Madre de Francisco

Tampoco ella tiene fácil el olvido, pero solo se permite flaquear cuando, a solas, sin que sus hijos le escuchen.