Malia* en un taller en el espacio amigable para niñas y niños.

"Nuestra vida también cambiará pronto"

Selma* (15 años) y Malia* (9 años) viven con su familia en un centro de asilo cerca de la capital serbia, Belgrado. La familia se fue de Afganistán hace más de doce años. Después de pasar seis años en Irán, donde a su madre y su padre les resultaba difícil encontrar trabajo y las niñas y sus hermanos no podían ir a la escuela, la familia abandonó el país y llegó a Grecia. Durante nueve meses vivieron en un campo de refugiados superpoblado.

"Era evidente que nuestra vida no iba a mejorar", dice la madre de Selma y Malia, Madiha*, "por eso nos fuimos a Serbia". La familia ha estado viviendo en Serbia durante los últimos cinco años.

Las niñas tienen dos hermanos, Salim* (13 años) y Milan (1,5). El hijo menor de la familia, Milan, nació en un campamento en el sur de Serbia. La familia se mudó a un centro de asilo en Belgrado porque Milan nació con un problema cardíaco y necesita atención médica y apoyo regulares.

El año pasado fue uno de los más desafiantes en la vida de la familia de Selma y Malia. El estrés de vivir una vida de persona refugiada se ha ido acumulando. En 2020, las autoridades húngaras finalmente dejaron de admitir solicitantes de asilo a través de dos zonas de tránsito en la frontera con Serbia, que era una de las pocas oportunidades legales para que los refugiados y migrantes se fueran a los países de la Unión Europea. Sin acceso a vías legales, muchas de las familias de refugiados se quedan en el limbo en Serbia si no tienen suficiente dinero para continuar el viaje con traficantes de personas. No tienen motivación para buscar asilo en Serbia, ya que encuentran que el país no es lo suficientemente fuerte económicamente como para brindar oportunidades para su integración exitosa. 

La pandemia de coronavirus ha empeorado las condiciones ya extenuantes para las personas refugiadas y migrantes que viajan por la ruta de los Balcanes. El cierre de los centros y la restricción de circulación introducida como medidas de prevención contra la COVID-19, aisló aún más a estos niños, niñas y personas adultas vulnerables.

“Con el coronavirus, todo cambió. Durante el encierro, estuvimos a punto de explotar. Incluso ahora, no salimos mucho del campamento. ¿Qué podemos hacer afuera sin efectivo?" dice Madiha.

Junto con la organización asociada, Center for Youth Integration, Save the Children opera un espacio amigable para los niños en el centro de asilo. El área está equipada con computadoras y el equipo organiza talleres para niños y niñas que los ayudan a desarrollar habilidades digitales y avanzar en su alfabetización digital. Paralelamente, el equipo imparte clases de inglés y serbio a niñas y niños a través de juegos y actividades. La zona es también un espacio seguro para todos los niños y niñas del campamento, donde pueden venir a pasar un rato, pedir apoyo o participar en la actividad que más les guste.

“Estamos muy agradecidos por este espacio apto para la infancia y los programas que ejecutan”, dijo Madiha. Malia llega al espacio amigable para niñas y niños para aprender más sobre computadoras y estudiar inglés y serbio; es una de las participantes más asiduas y trabajadoras de los talleres. “Me gusta venir aquí, especialmente porque actualmente no puedo ir a la escuela debido al coronavirus. Aquí tengo amigas y amigos, y juntos podemos aprender cosas nuevas pero también jugar y divertirnos”, comenta Malia.

Selma también llega al espacio amigable para la infancia. Le gusta dibujar y tiene mucho talento. En el espacio amigable para niñas y niños, puede encontrar materiales de dibujo que la familia no puede permitirse comprar. “Me gustaba ir a la escuela, aunque me sentía frustrada porque no entendía el serbio. Debería ir a la escuela secundaria, pero no está preparada para nosotras y nosotros, no me siento bien porque la escuela es importante. Me gustaría tener mi propio negocio cuando sea grande. Estoy muy interesada en el diseño ”, dijo Selma. 

El espacio amigable para niñas y niños opera con todas las medidas de precaución COVID-19. Los niños y niñas vienen en pequeños grupos, con máscaras. Cada media hora, el equipo abre las ventanas para ventilar el espacio.

“Hay una gran diferencia cuando los niños y niñas tienen un lugar adonde pueden ir; tienen algo que hacer, algo de estructura durante el día”, explicó Madiha, la madre de Selma y Malia.

Madiha está muy orgullosa de sus hijas, pero también muy preocupada por su futuro. Dice que sus días están llenos de tristeza, ya que no ve ninguna solución a largo plazo para la familia.

“Las familias que solicitaron asilo en Serbia viven la misma vida que nosotros: viven en un centro de asilo, no tienen trabajo, no pueden viajar. No veo por qué deberíamos solicitar asilo. La gente me pregunta, "¿por qué no envías a tus hijos con otra familia o con un traficante de personas, ya que no tienes dinero para que todos viajen?". No puedo hacer eso ”, dice la madre. “Son solo niños y es peligroso. Mi hijo me pide que lo deje ir solo porque eso es lo que hacen los traficantes: crean un espacio debajo del automóvil y llevan a los niños al otro lado de la frontera. Pero le digo que espere. Se me ocurren excusas esperando que nuestra situación mejore”.

“Todas las personas tienen miedo en su corazón cuando van, pero van de todos modos porque no tienen otra opción”, dijo Selma. “Es más difícil para los niños y niñas. Necesitan comida y, a veces, no hay comida durante el viaje. A veces tienes que correr y los niños y niñas no pueden correr como las personas adultas. Cuando nuestra familia viajaba con un traficante, nos mentía todo el tiempo. Teníamos miedo de morirnos”, dice la niña.

“Los niños me dicen: '¿Cuándo va a cambiar nuestra vida? Solo estamos cambiando de lugar, y nuestra vida sigue igual'”, dice Madiha, y agrega:“ Yo les digo: 'Esperen un poco más, nuestra vida también cambiará pronto'”.

* Nombres cambiados para proteger la identidad de niñas y niños. 


Con el apoyo de la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco en 2020-2021 trabajamos en Serbia y Bosnia y Herzegovina para proteger a los niños y niñas más vulnerables, la infancia migrante y refugiada, para que puedan acceder a oportunidades de aprendizaje en el marco de las medidas de protección, incluyendo la respuesta a las necesidades inmediatas generadas por la COVID-19, y de acuerdo a las normas y estándares internacionales de protección.