Sobrevivir al ébola es duro cuando tus seres queridos mueren

En Kailahun, una aldea remota en el epicentro de la epidemia de ébola de Sierra Leona, Annalita* y su pequeño hijo David* viven en un pueblo de tan solo 20 casas. La aldea abandonada es una reliquia de la guerra civil que acabó hace más diez años. Pero actualmente este pueblo se encuentra en medio de otra batalla mortal. Annalita y David son sus veteranos.

El ébola llega al pueblo

“Mi marido fue la primera persona que tuvo ébola en el pueblo”, nos comenta. “No sé cómo se contagió. En menos de tres días murió. Habíamos oído hablar del ébola, pero nunca pensé que fuera así. Un día fui al mercado y empecé a sentir enferma. Me empezó a doler el cuerpo. Después mi hijo William* desarrolló la enfermedad. A los pocos días estábamos vomitando. Y al poco tiempo, otras tres personas también enfermaron. Nos llevaron a los cinco y a mi otro hijo David al centro de Kailahun. Solo volvimos dos”.

“Cuando pienso en él lloro”

“Guillermo y yo estábamos en el mismo box en el hospital. Se cayó de la cama al suelo. Yo estaba demasiado débil para levantarme. Solo podía mirarle. Las enfermeras confirmaron que había muerto. Recuerdo que, de todos los hijos que di a luz, él es por el que más sufrí. Cuando pienso en él lloro.  Era muy terco y nunca escuchaba a nadie”. Pero David  había sido dado de alta porque había superado el ébola, y fue llevado a un centro de atención provisional que cuenta con el apoyo de Save the Children. Cuando Annalita comenzó a sentirse mejor, vino a visitarla.

“Si David hubiera muerto, habría sido demasiado para mí”, dice Annalita. “Estuvimos una hora separados por una valla”. Le dije:  “Yo estoy mejorando, y gracias a Dios vamos a estar juntos de nuevo”.

Una vuelta a casa difícil

Annalita tenía razón. Ya era capaz de llevarse a David a casa.  Pero para Annalita David, y otros tantos que han sobrevivido al ébola pero han perdido a sus seres queridos, el regreso a casa fue duro. “Cuando regresé a la aldea la gente me saludaba pero no se acercaba. Pero no me sentaba mal. Sabía que ellos estaban tratando de salvar la vida de las personas. Algunos se sentaban conmigo. Otros no. Yo podía entender su miedo”. Con la ayuda de movilizadores sociales formados por Save the Children, Annalita y David han vuelto a ser recibidos bien en la comunidad, pero el temor al ébola aún existe. “Ahora, si la gente de este pueblo tratan de ir a otros pueblos, les tiran piedras. Pero nosotros también tenemos miedo de ellos. No queremos que vengan extranjeros”.

Miles de afectados

El número de casos confirmados de ébola en Sierra Leona ha pasado de 4.000. En realidad, la cifra es probable que sea mucho más alta. Uno de los elementos clave en la lucha contra la enfermedad es la localización de las personas que han estado en contacto con contagiados. Vigilar y hacer el seguimiento de todos los que han estado en contacto con pacientes de ébola, es muy importante para garantizar que en caso de desarrollar la enfermedad por sí mismos, sean atendidos de forma aislada, y que no haya el riesgo de que la propaguen.

Aquí, el potencial de la epidemia puede ser mayor. Save the Children está formando y supervisando a los que han estado en contacto,  y proporcionándoles bicicletas para que puedan hacer viajes, persiguiendo al ébola esté donde esté. Más de 870 niños en Sierra Leona han perdido a uno o a ambos padres a causa del ébola, y la cifra sigue aumentando. Annalita y David han ganado su batalla a la enfermedad, pero su lucha por el dolor y la pérdida la comparten con miles de familias en todo el África occidental.

*Los nombres han sido cambiados por motivos de seguridad