Afganistán crisis alimentaria

Sólo pan y agua para
sobrevivir en Afganistán

  

En Afganistán el precio de algunos alimentos casi se ha duplicado desde junio del año pasado, lo que significa que muchas familias solo tendrán pan y agua para este Ramadán. El mes sagrado del islam se considera un momento de celebración, compasión y unidad, pero con la economía del país al borde del colapso un número cada vez mayor de personas están desempleadas, en la indigencia y recurriendo a medidas desesperadas para alimentar a sus hijos e hijas.

Desde la toma del poder por parte de los talibanes en agosto de 2021, los precios de los alimentos se han disparado, con un kilogramo de trigo que cuesta casi un 45% más en comparación con junio de 2021. Según el Banco Mundial es probable que los ingresos hayan caído alrededor de un tercio en los últimos meses del año pasado. 

La guerra en Ucrania podría aumentar aún más los precios de artículos esenciales y el coste de la vida en Afganistán. De hecho, el Programa Mundial de Alimentos declara que el país podría ser uno de los más afectados debido a su dependencia del trigo.

El testimonio de Amara

Amara, de 44 años, está sorprendida por el precio de los alimentos y desanimada porque no puede mantener a sus ocho hijos e hijas, especialmente durante el Ramadán. La pérdida de ingresos, desde la reciente muerte de su marido, ha obligado a que sus hijos comiencen a trabajar en las calles.

“La mayoría de las veces los niños y las niñas se acuestan con hambre debido a los altos precios de los alimentos”, declaró Amara. “El mes de Ramadán se traduce en precios más altos y, a menudo, no tenemos nada con lo que romper el ayuno. Tengo demasiado miedo ahora para preguntar cuánto cuesta la comida en el mercado. El año pasado, el Ramadán fue mejor porque mi esposo trabajaba y podíamos comprar alimentos como carne, frijoles, lentejas e incluso arroz. En este Ramadán es difícil encontrar alimentos que sean nutritivos. Es complicado pasar las 10 horas (el periodo del ayuno) sin haber comido bien”, añade.

“Estamos ansiosos porque no sabemos cómo nos mantendremos. No me gusta que mis hijos vayan a trabajar, pero cuando la situación empeora, cuando no hay dinero y no tenemos para comer, tienen que ir. Estoy harta de esta situación. ¿Por qué debería enviar a mi hija a trabajar? Me desgarra el corazón. Es muy difícil. Ojalá pudiera ir a la escuela. [Los niños y las niñas] están ansiosos y sufren estrés”, concluye Amara.

La historia de Nargis

Hace tres años, Nargis, de 10 años, y su familia huyeron a Kabul cuando estallaron los combates en su provincia y un cohete cayó sobre su casa. Su madre, Maryam, dijo que sus hijos se vieron muy afectados por el conflicto y tenían pesadillas y miedo a salir de casa.

Desde que los talibanes tomaron el control de Afganistán el pasado mes de agosto y la economía colapsó, los ingresos de Maryam y su marido se redujeron drásticamente. Ya no pueden permitirse pagar el alquiler y todos sus ingresos se destinan a la compra de alimentos. 

“Antes de esta crisis, [mi esposo] llegaba a casa todas las noches con bolsas llenas de frutas y verduras frescas. Pero ahora, vuelve a casa con las manos vacías. Los niños notan que les hace falta comida. Nunca le desearía este Ramadán a nadie. Espero que no se repita nunca más”, explica Maryam.

Nargis ahora asiste a las clases comunitarias que impartimos desde Save the Children y está estudiando mucho porque quiere convertirse en doctora. Maryam está agradecida por las clases, ya que están cerca de su casa y ayudaron a Nargis a adaptarse a su nueva vida y recuperarse del trauma que experimentó. Maryam no tuvo la oportunidad de ir a la escuela y está decidida a que sus hijas reciban una educación para que puedan defender sus derechos.

La grave situación de crisis alimentaria que afecta al país

Afganistán se enfrenta a su peor crisis alimentaria desde que hay registros. Se estima que la mitad de la población (23 millones de personas, incluidos 14 millones de niños y niñas) está en riesgo de pasar hambre este año. La guerra en Ucrania ha complicado todavía más la situación, puesto que ha disparado los precios del trigo.

Los niños y las niñas son los más vulnerables durante una crisis alimentaria. Pueden sufrir desnutrición, lo que a su vez puede provocar enfermedades, infecciones, retraso en el crecimiento y la muerte. 

Nuestro director en Afganistán, Chris Nyamandi, ha declarado: “El Ramadán es drásticamente diferente para muchas familias en Afganistán este año. Al final de un día de ayuno, las familias solían comer juntas una comida llamada Iftar, donde se compartían varios platos. Sin embargo, muchos padres nos dicen que están angustiados porque no pueden proporcionar la comida habitual de Iftar a sus hijos y que a veces solo comen pan después de un ayuno de más de 12 horas. La comunidad internacional debe proporcionar fondos humanitarios urgentes, liberar activos congelados en la economía de Afganistán y trabajar para estabilizar el sistema financiero”.

Nuestro trabajo en Afganistán

Apoyamos a las comunidades y protegemos los derechos de la infancia en Afganistán desde 1976, incluso durante los períodos de conflicto, cambio de régimen y desastres naturales. Desde que la crisis se intensificó en agosto de 2021, hemos ampliado nuestra respuesta para llegar a un número cada vez mayor de niños y niñas vulnerables, ofreciendo programas de salud, seguridad alimentaria, nutrición, protección infantil y educación.

Estamos impartiendo más de 3.300 clases de educación comunitaria en todo el país para apoyar a los niños y las niñas que no tienen acceso a la escuela. Estas clases también ofrecen un lugar seguro, que es fundamental para los niños y las niñas que han enfrentado experiencias traumáticas. También ofrecemos clases diseñadas específicamente para menores con discapacidades visuales y auditivas y clases de aprendizaje acelerado para ayudar a ponerse al día a quienes se han perdido algunos meses o incluso años de su educación.

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