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Terremoto en Indonesia

Más de 1,5 millones de personas, incluidos al menos 600.000 niños y niñas se han visto afectados tras el terremoto de magnitud 7,4 y el posterior tsunami del pasado viernes 28 de septiembre en Sulawesi, Indonesia. Alrededor de un tercio han perdido sus hogares, medios de vida o a seres queridos.

Los afectados por el terremoto y el tsunami se enfrentan al riesgo de las enfermedades transmitidas por el agua.

En estos momentos apenas hay agua potable y hay miles de familias viviendo en albergues improvisados ​​y en centros de evacuación abarrotados. "La situación en este momento es un campo abonado para el desastre, con miles de personas sin hogar y con todas sus posesiones destruidas. Hay escombros y basura en todas partes y es difícil para las familias mantener estándares de higiene, sin mencionar el acceso a alimentos y agua potable para niños y bebés", señala Tom Howells, director de programas de Save the Children en Indonesia.

"Estamos realmente preocupados por los niños que puedan enfermar de diarrea, como suele ocurrir después de una crisis humanitaria como esta, donde la magnitud del daño es tan grave. El acceso de las familias a niveles de higiene suficientes es fundamental y contribuirá en gran medida a prevenir enfermedades, que es lo último que necesitan aquellos que ya han perdido tanto", añade Howell.  

Estamos distribuyendo artículos de higiene como jabón, cubos y bidones para que las familias puedan mantenerse limpias y almacenar agua, así como láminas de plástico y sogas para refugios temporales. También ha instalado espacios seguros para la infancia, lugares donde los niños y niñas pueden desconectar del caos exterior. 

Terremoto en Indonesia: ayúdanos a estar preparados en situaciones de emergencia como ésta.

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No hay electricidad en las zonas cercanas a Palu, la capital del centro de Sulawesi, y los deslizamientos de tierra han bloqueado las carreteras principales. Otras infraestructuras vitales, incluido el aeropuerto de Palu, se han visto gravemente dañadas.

“Cada vez hay más casos de niños y niñas que han sido separados de sus padres por el caos durante la huida, a medida que los edificios se derrumbaban o las olas del tsunami atravesaban las casas y tiendas próximas al mar. Lamentablemente, un elevado número de menores ha perdido a sus familias en los últimos días. Es desgarrador ", nos cuenta Tom Howells. 

"Muchos de ellos han experimentado un trauma y una angustia inimaginables, viendo situaciones que ninguna persona a esa edad debería tener que presenciar jamás: perder a su madre o padre, y ver cómo todo su entorno se derrumba. Estos niños y niñas ahora han pasado tres noches en refugios improvisados o incluso en las calles, con poco acceso a alimentos, medicamentos o apoyo emocional”, añade Howells.

Durante todas las emergencias los niños y las niñas son los más vulnerables. Sus necesidades propias deben tenerse en cuenta y crearse una respuesta específica para ellos. Nosotros vamos a continuar ayudando a los niños y las niñas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad para asegurarnos que están protegidos durante este momento difícil.

Dona al fondo de emergencias

El pasado mes de agosto Indonesia se vio sacudida por otro terremoto de 6,4 en la zona de la costa, exactamente una semana después de que otro terremoto azotara la región. Las islas de Lombok y Bali fueron las más afectadas.

Preparados para la emergencia

Los desastres naturales pueden ocurrir a cualquier persona y en cualquier lugar. Si bien es cierto que las inundaciones, los ciclones, los terremotos y los huracanes no se fijan en quiénes son los afectados, suelen ser siempre las personas más pobres. Las emergencias dan miedo y generan trauma en los niños y niñas que los viven afectando a corto y largo plazo en su salud mental.

En Indonesa, las familias están en riesgo permanente de sufrir terremotos, incendios, inundaciones y otros desastres naturales. Estar preparados para las emergencias es un trabajo importante de las ONGs. Nos aseguramos de tener planes de respuesta coordinados con los gobiernos y las comunidades, así como preparar a la sociedad civil. Si estamos preparados sabemos que podemos responder los primeros días con mayor agilidad y poder salvar más vidas, reduciendo el sufrimiento y el trauma de los niños y las niñas.