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Un año dramático para
la infancia afgana

  

Tras la retirada de las fuerzas internacionales el año pasado, los talibanes tomaron el poder el 15 de agosto. Se retiraron miles de millones de dólares en ayuda internacional, se congelaron las reservas de moneda extranjera de Afganistán y se derrumbó el sistema bancario. La posterior crisis económica y la peor sequía del país en 30 años han sumido a los hogares en la pobreza.

Tras un año desde que los talibanes tomaron el control de Afganistán, una crisis económica, una sequía paralizante y nuevas restricciones de los derechos humanos han destrozado la vida de las niñas, excluyéndolas de la sociedad y dejándolas hambrientas, con una cuarta parte mostrando signos de depresión.

Un estudio para entender la situación de la infancia

En nuestro informe titulado Punto de ruptura: La vida de las niñas y los niños un año después de la toma del poder por los talibanes, muestra que el 97% de las familias luchan por proporcionar suficiente comida a sus hijos e hijas, así como que las niñas comen menos que los niños. Casi el 80% de los niños y niñas aseguran que se han acostado con hambre en los últimos 30 días, aunque son las niñas quienes más sufren esta situación ya que tienen casi el doble de probabilidades que los niños de acostarse sin haber comido lo suficiente.

La falta de alimentos tiene consecuencias devastadoras para la salud de los niños y las niñas y amenaza su futuro. Nueve de cada diez niñas en Afganistán aseguran que sus comidas se redujeron en el último año y que están preocupadas porque están perdiendo peso y no tienen energía para estudiar, jugar y trabajar.

La crisis también está afectando peligrosamente el bienestar mental y psicosocial de las niñas. Según entrevistas con personas adultas a su cargo, el 26% de las niñas muestran signos de depresión en comparación con el 16% de los niños, y el 27% de las niñas tienen signos de ansiedad mientras que en el caso de los niños es el 18%.

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Las niñas privadas de su futuro

Tras la toma del poder por parte de los talibanes en agosto pasado, se ordenó a miles de niñas de secundaria que se quedaran en casa, revirtiendo años de progreso para la igualdad de género. Las niñas entrevistadas expresan su decepción y enfado por el hecho de que ya no puedan ir a la escuela y comparten que se sienten desesperanzadas por su futuro porque no cuentan con los derechos y libertades que tenían antes.

Más del 45 % de las niñas lamentan que no asisten a la escuela, en comparación con el 20% de los niños, y mencionan los desafíos económicos, la prohibición de los talibanes de que las niñas asistan a clases en la escuela secundaria y las actitudes de la comunidad como las principales barreras que les impiden acceder a la educación.

La historia de la familia de Parishad

Parishad, de 15 años, vive en el norte de Afganistán y no va a la escuela porque su padre y su madre no pueden permitirse alimentar a sus hijos e hijas, y mucho menos pagar sus libros y resto de material escolar. La situación de su familia se ha deteriorado rápidamente en los últimos 12 meses y fueron desalojados de su casa porque no podían pagar el alquiler. El propietario se ofreció a comprar a uno de los hermanos o hermanas de Parishad, pero su padre y su madre se negaron.

“Algunos días mi padre no puede traer comida. Mis hermanos y hermanas se despiertan a medianoche y lloran por comida. No como y guardo mi comida para ellos. Cuando mis hermanos y hermanas piden comida, me enfado y lloro mucho. Voy a la casa de mi vecino y pido comida. A veces me ayudan y me dan comida y otras veces dicen que no tienen nada para darme”, narra Parishad.

"Cuando salimos de nuestra antigua casa para venir a esta casa, estaba muy molesta y dije: '¿Por qué nos vamos de nuevo? ¿Por qué nos enfrentamos a estos problemas nuevamente?'. Estaba muy enfadada y fue un momento muy difícil y lloré”, continúa. 

Parishad afirma que le encantaría ir a la escuela: “Cuando veo a otras niñas yendo a la escuela, me gustaría poder ir a la escuela también. Todos los meses cambiamos de casa y nos cuesta ir a la escuela. Tampoco tenemos cuadernos y lápices y necesitamos dinero para comprar libros. No puedo tolerarlo. No puedo hacer nada al respecto”.

Nuestra respuesta en Afganistán

Desde Save the Children creemos que la solución no se puede encontrar solo en Afganistán, sino que es fundamental la implicación de la comunidad internacional. Alertamos de que si no se proporcionan fondos humanitarios inmediatos y se encuentra una manera de reactivar el sistema bancario y apoyar la economía, niños y niñas perderán su infancia e incluso morirán.

Hemos trabajado en Afganistán desde 1976, incluso durante períodos de conflicto, cambio de régimen y desastres naturales. Cuenta con programas en nueve provincias y trabaja con socios en otras seis provincias.

Desde que los talibanes recuperaron el control en agosto de 2021, hemos ampliado nuestra respuesta para apoyar al creciente número de niños y niñas necesitados.

Brindamos servicios de salud, nutrición, educación, protección infantil, vivienda, agua, saneamiento e higiene y seguridad alimentaria y apoyo a los medios de subsistencia. Hemos llegado a más de 2,5 millones de personas, incluidos 1,4 millones de niños y niñas desde septiembre de 2021.