Un nuevo modelo de orientación juvenil: la apuesta de Save the Children para frenar el abandono escolar
España presenta una paradoja difícil de asumir. A pesar de ser la cuarta economía de la Unión Europea y liderar el crecimiento de la región en los últimos dos años, es el país con la tasa de pobreza infantil más alta (29,2%) del bloque y el segundo con la tasa de abandono escolar temprano, solo por detrás de Rumanía. Según las cifras de Eurostat, un 13% de las personas de 18 a 24 años no ha completado la segunda etapa de Educación Secundaria (Formación Profesional, Grado Medio o Bachillerato).
Aunque esta cifra de abandono escolar está en su mínimo histórico y se ha reducido en casi nueve puntos en una década, implica una combinación peligrosa para el desarrollo económico y social: alta vulnerabilidad económica y una gran desconexión educativa para un porcentaje amplio de adolescentes cuyo futuro se difumina antes de llegar a empezar.
A ello se suma otro dato que dibuja el bloqueo profesional de toda una generación: la tasa de paro juvenil supera el 26%. Este contexto va mucho más allá de la falta de ingresos para la juventud, ya que la falta de empleo genera barreras para la integración social y el desarrollo personal. Sin cualificación, sin ingresos y sin una red que acompañe sus decisiones, la transición a la vida adulta se vuelve más incierta y el riesgo de exclusión se convierte en una amenaza real.
En este contexto, invertir en educación es una decisión estratégica de país. Y es aquí donde Save the Children ha desarrollado una apuesta innovadora: una línea de orientación juvenil que busca combatir desde la raíz los factores que explican la desmotivación, la desconexión del sistema educativo y la dificultad para proyectar un futuro profesional viable. No se trata de un curso puntual ni de una tutoría aislada, es un modelo integral con posibilidad de réplica que acompaña a cada joven desde el autoconocimiento hasta la toma de decisiones, pasando por la exploración vocacional y la construcción de referentes positivos.
Un modelo pensado desde la evidencia y la realidad de la juventud
En muchas ocasiones, la orientación educativa es un encuentro esporádico con una psicóloga del centro, una charla superficial o un formulario que intenta traducir el talento o las inquietudes en una categoría estándar. El sistema no está diseñado para adaptarse a la diversidad real de intereses, ritmos, contextos familiares o barreras socioeconómicas. Y, sobre todo, no contempla la complejidad emocional que vive un adolescente que atraviesa la pobreza, la incertidumbre o la falta de apoyos.
Por eso, este modelo nace tras un proceso exhaustivo de innovación social que ha incluido entrevistas con jóvenes, profesionales educativos, familias, coordinadoras territoriales, mentores, psicólogas y centros escolares. La conclusión es que lo que necesitan no es un consejo aislado, sino un acompañamiento constante que les permita descubrir quiénes son, qué les interesa y qué caminos pueden abrirse para ellos y ellas.
Durante todo este proceso de diseño, Save the Children ha contado también con la participación de actores del sector privado. Equipos de JP Morgan, Permira, KPMG, Iberdrola y Acciona han formado parte de los talleres previos aportando su perspectiva y conocimientos en empleabilidad, competencias y análisis del entorno laboral. Además, JP Morgan ha financiado parte de la consultoría técnica necesaria para esta fase de exploración y prototipado.
El enfoque de Save the Children combina dos itinerarios (de 12 a 14 años y de 15 a 18 años) que incluyen lo colectivo (el valor del grupo, la socialización, la experimentación compartida) con lo personalizado, atendiendo las necesidades específicas de cada joven, construyendo con ellos y ellas desde la identificación de sus fortalezas y sus miedos, hasta la búsqueda de caminos educativos o profesionales ajustados a su realidad y contexto.
Prevención, diagnóstico temprano y exploración de oportunidades
El modelo incorpora herramientas de diagnóstico temprano e identificación de necesidades para identificar riesgos antes de que se consoliden. Antes del abandono escolar hay señales que es importante detectar, como las ausencias intermitentes, la bajada del rendimiento o cambios de comportamiento.
Al mismo tiempo y desde un enfoque de participación, se despliega un proceso de exploración que permite conectar habilidades con oportunidades reales que sean coherentes con su contexto y sus intereses.
Además, el modelo desarrollado da un peso especial a los referentes (ex-alumnado, profesionales y educadores/a con historias cercanas), con el objetivo de construir redes de apoyo y sistemas de referentes que impulsen e inspiren los proyectos vitales de adolescentes y jóvenes de los programas de la organización. Estas figuras son decisivas porque amplían el horizonte de su imaginación desde sus propias historias de vida con las que pueden identificarse.
Todo este proceso discurre en paralelo al trabajo en el bienestar emocional, la autoestima y el autoconocimiento, tanto sobre sus propias capacidades como de sus límites y ámbitos de mejora, reforzando así una relación positiva con el aprendizaje y reconociendo la diversidad de trayectorias. El piloto también incorpora el enfoque de género y el acompañamiento a familias de manera transversal al modelo.
El programa sigue un recorrido que comienza con una fase de acogida, donde se establece el vínculo con el o la joven y su familia. Después se realiza un diagnóstico inicial que combina dimensiones personales, académicas y emocionales. A partir de ese diagnóstico, se diseña un plan de trabajo individual, que combina sesiones grupales con sesiones individuales y personalizadas. En paralelo se desarrolla un seguimiento de los planes y, posteriormente, habrá una evaluación de resultados.
El piloto se desarrollará hasta septiembre de 2026. A partir de ahí, y basándonos en la recogida de evidencias y la evaluación de sus resultados, podrá ser replicado y desarrollado en otras comunidades autónomas; incorporando resultados, aprendizajes y nuevas alianzas. Con este programa, Save the Children da un paso decisivo hacia un modelo de orientación que puede marcar la diferencia en la vida de muchos adolescentes, pero también abrir la conversación sobre el futuro de una generación que necesita oportunidades reales. Si queremos reducir la pobreza infantil, garantizar continuidad educativa y fortalecer la cohesión social, invertir en orientación es invertir en el futuro del país.