rs91969_svetlana.jpg

Una pesadilla real, la vida de una madre en Donetsk

Este artículo ha sido escrito por Cat Carter, Responsable de Comunicación de Acción Humanitaria de Save the Children.

Svetlana es una madre joven, de veintitantos. En Donetsk trabajaba como contable. Con la crisis consumiendo su hogar tuvo que dejar de trabajar, y cuando el conflicto se intensificó empezó a temer por las vidas de su familia. Se fue con sus hijos a un pueblo cercano. Nos sentamos juntas en un refugio lleno de gente para que me cuente su historia.

Dejé a mis padres en Donetsk. Estuve allí hace tan solo tres días, es una pesadilla hecha realidad. En algunas áreas, la destrucción es total. La gente allí… parecen sus propias sombras”.

Nos cuenta la situación en Donestsk. Suenan disparos cerca constantemente y es muy peligroso moverse. No podían salir a la calle a buscar comida. Casi todo el mundo se ha ido, solo se han quedado los que no pueden pagar un alquiler fuera.

Cuando escuchas las explosiones corres inmediatamente al sótano. Mi hija tenía las rodillas llenas de heridas de tropezarse por las escaleras cuando salía corriendo a esconderse”.

Dejar tu vida por buscar seguridad

Svetlana hace una larga pausa y mira por la venta. Parece perdida en sus pensamientos. Cuando estoy a punto de preguntarle de nuevo, me dice con tristeza.

Mucha gente allí está muy débil, así que les es difícil conseguir comida. Si tienes la fuerza suficiente puedes estar haciendo cola durante horas para conseguir algo de lo poco que hay. Pero si no te mueves te vas consumiendo lentamente."

Tuvieron que dejar sus vidas en Donetsk. Allí ella trabajaba como contable, y aquí no tiene trabajo. Su marido está buscando algo para poder ayudarles. El invierno es muy duro y sus dos hijos están enfermos, seguramente por el frío.

Programas de transferencias – proporcionando apoyo económico básico.

El conflicto es solo una de las razones por las que Save the Children trabaja aquí. El duro invierno es otra. Las dos cosas juntas pueden tener un impacto letal en las familias. Más de 300.000 niños han tenido que salir de las áreas afectadas y el número sigue creciendo. Las familias suelen irse sin nada, por lo que ahora lo necesitan todo.

Se ha sobrepasado la capacidad local para hacer frente a la afluencia de gente y las organizaciones internacionales, entre ellas Save the Children, se han movilizado para ayudar. Pero donde los mercados funcionan, o tienen capacidad para recuperarse, los mecanismos tradicionales de reparto de ayuda no tienen sentido. Este es el caso particular de un país de ingresos medios, como Ucrania, donde sería perjudicial debilitar esos mercados con la ayuda externa, entregando a familias como la de Svetlana ropa que sea demasiado grande o demasiado pequeña, o medicamentos que no necesitan. En lugar de eso, estamos usando programas de transferencias directas, la forma más rápida de repartir ayuda en crisis humanitarias, que no sólo ayuda a las familias sino también estabiliza los mercados locales.

Ayudamos a Svetlana con una transferencia de 240 euros para poder comprar artículos para el invierno, como mantas, ropa de abrigo o botas. Hay muchas razones por las que, en el contexto adecuado, y concretamente en economías desarrolladas, el dinero es más efectivo que otros medios. Es menos visible que otros tipos de ayuda, como los camiones que llegan cargados de materiales. Pero ayuda a reducir los riesgos para los beneficiarios y el personal y tiene una logística más sencilla. En Ucrania, las transferencias se hacen a través de un sistema bancario, que permite retirar el efectivo en oficinas locales.

También es más digno, como explica otra madre, Marina.

Una de las razones por las que estamos tan a agradecidos a Save the Children y ECHO, es porque mi marido se avergüenza mucho de recibir ayuda. Es un hombre orgulloso y no aceptaría bienes ni ropa. El efectivo es distinto, podemos elegir comprar exactamente lo que necesitamos”.

Los beneficiarios de estos sistemas se escogen cuidadosamente, basándonos en lo que denominamos criterios de vulnerabilidad, tanto demográficos (como por ejemplo si una madre está sola, embarazada o tiene varios hijos a su cargo) como económicos. En la sociedad ucraniana, a menudo son las mujeres las encargadas de llevar la economía del hogar, así que les es muy fácil adjudicar los ingresos a las necesidades más apremiantes de la familia.

Mercados locales: un salvavidas en cualquier emergencia

Los programas de transferencias directas sirven de apoyo a los mercados locales, en lugar de debilitarlos. Inundar cualquier comunidad con ayuda material significa que automáticamente la gente tiene menos necesidad de comprar, por lo que los mercados se desestabilizan. Apoyar a las comunidades con efectivo hace que se gaste dinero en mercados locales, ayudándoles a permanecer fuertes, como salvavidas en cualquier emergencia.

El dinero efectivo permite ser más flexible. No hay dos familias iguales. Una de las familias con las que hablé gastó su dinero en ropa para el invierno y comida nutritiva, mientras que otra lo gastó en botas impermeables de invierno, imprescindibles para el frío de aquí. Svetlana lo gastó en ropa de abrigo para sus hijos y medicamentos.

Me gasté el dinero en medicamentos y cuidado sanitario para mis hijos. También compré ropa de abrigo para ellos. Este tipo de transferencia es mucho mejor que recibir cosas materiales, así podemos elegir comprar lo que necesitamos, como ropa para mis hijos, ¡cada uno tiene una talla distinta y no paran de crecer! Tener efectivo significa que podemos cubrir sus necesidades y no depender de otro”.

Como con cualquier tipo de ayuda, debemos trabajar para que estas transferencias se usen de manera adecuada. Lo hacemos trabajando con las familias previamente, durante y después de entregar el dinero y con evaluaciones para ver cómo se ha gastado.

Cuando la necesidad es lo que impera

Mi conversación con Svetlana termina, se muestra extremadamente agradecida. Le explico que me gustaría poder hacer más, pero que las necesidades son muchas y los fondos pocos. Asiente, “hay mucha gente necesitada aquí”.

Le pregunto cómo se mantiene ocupada, dado que no puede encontrar trabajo aquí. De repente su cara se ilumina.

Estoy haciendo voluntariado, ¡aquí en el refugio!, me aseguro de que todas las familias que llegan sepan qué ayuda está disponible. Les alegra mucho que alguien fuera de Ucrania se preocupe por nosotros”.