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Las niñas (divas) valientes y poderosas
del campamento de refugiados de zaatari

Unas divas valientes y poderosas son las niñas que acuden al centro de empoderamiento femenino del campamento de personas refugiadas de Zaatari (Jordania). 

En este centro, creado por Save the Children en 2022, acuden a diario alrededor de 250 niñas de entre 10 y 19 años. Se trata de un espacio exclusivo para chicas, en el que los talleres son impartidos solo por mujeres y son las propias chicas y las monitoras las que eligen el contenido de esas actividades. Van desde la salud y los derechos sexuales y reproductivos hasta los idiomas, el arte, el yoga y la defensa personal. 

El campo de personas refugiadas de Zaatari es uno de los más grande en el mundo y acoge a más de 85.000 personas, principalmente sirios, de los que el 60% son niños y niñas. Inicialmente fue una solución temporal para la acogida de miles de refugiados sirios que escapaban en aquel momento de la lucha armada que sufrían en su país. 

La evolución de este enclave desde entonces ha hecho que el campo de refugiados haya pasado de ser una pequeña colección de tiendas en su inicio, en el 2012, al actual asentamiento urbano en el que se ha convertido hoy. Desde Save the Children pusimos en marcha programas de educación, salud y nutrición, protección y pobreza infantil.

Entre las niñas que acuden cada día a este centro de empoderamiento femenino están Lina, Shehab y Eva, cuyas historias muestran la transformación que es posible cuando se les da un espacio seguro.

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Lina, 12 años: soñadora y luchadora de boxeo

Es una niña con un espíritu libre, una soñadora que adora los pájaros y el cielo, y anhela aventuras fuera de Zaatari. Siente profundamente las restricciones de la vida en el campo de refugiados y se siente agobiada por las desigualdades sociales, especialmente las que afectan a las niñas. 

Aunque le cuesta la vida en el campo y desea ser libre, Lina ha cambiado desde que empezó a asistir a este centro. Ha descubierto un talento para el dibujo y está aprendiendo tres idiomas. “Es un lugar muy feliz y me encanta”, dice Lina, quien ha comenzado a reír más desde que acude, y está especialmente emocionada por aprender defensa personal. Le encanta cómo eso la hace sentirse fuerte y la liberación emocional que le brinda: “Me gusta ponerme los guantes y cuando empiezo a golpear, siento que estoy soltando mi enojo”.

Shehab, 16 años: una futura abogada

Le encanta dibujar anime y diseñar ropa. Shehab nació con una discapacidad y llegó al campo de Zaatari cuando tenía cuatro años, tras huir del conflicto en Siria con su familia. A Shehab le gustaba ir a la escuela, pero fue víctima de acoso escolar de una forma tan feroz que finalmente tuvo que abandonarla. Esta experiencia destruyó su confianza hasta que comenzó a asistir al centro de empoderamiento femenino de nuestra organización. 

Para niñas como Shehab, que dejaron de estudiar, el centro ofrece clases de refuerzo y apoyo emocional para que puedan recuperar la confianza. También hay una biblioteca, y una guardería para que quienes cuidan de hermanos pequeños puedan llevarlos mientras ellas aprenden y juegan. 

Con el apoyo y ánimo de las mujeres y niñas del centro, Shehab volvió a matricularse en la escuela y ha empezado a salir de su caparazón. Ahora se acerca a otros niños y niñas afectados por el acoso y comparte lo que ha aprendido sobre los derechos de la infancia con su comunidad. Su objetivo es continuar sus estudios y formarse para convertirse en abogada de derechos humanos.

Eva, 15 años: la líder política que necesitamos

“Siento con fuerza que puedo enfrentar cualquier problema y resolverlo. Tengo que ser valiente por dentro”, dice Eva. La visión de Eva sobre sí misma y su lugar en el mundo está marcada por la guerra de Siria. De pequeña, junto con su familia, llegó al asentamiento tras huir de las bombas. 

Crecer en este campo ha hecho que Eva sea muy consciente de cómo estas circunstancias pueden limitar las esperanzas y libertades de los niños y niñas – especialmente las de las niñas – y agravar las desigualdades de la sociedad. Por eso está tan entusiasmada con el nuevo centro solo para chicas: “Este lugar es específicamente para niñas, seguro, y libre. Es un lugar seguro, por eso quise venir aquí”. 

Desde que Eva se inscribió en las clases de defensa personal y derechos de la infancia, su confianza en ella misma y el poder de su voz ha crecido: “Las decisiones de una niña deben ser suyas”. Ahora también hace campañas contra el matrimonio infantil en su comunidad: “Aprendí sobre los derechos de la infancia, cómo ejercerlos... Empecé a hablar en todas partes a donde iba”. 

Un jardín con espinas y rosas

El ambiente en el centro es alegre y bullicioso, con múltiples actividades ocurriendo al mismo tiempo. Monitoras, trabajadoras de Save the Children y chicas interactúan entre sí y se conocen bien. Algunas simplemente se relajan, otras juegan, leen, hay música de fondo,… las niñas pueden relajarse, quitarse el velo si lo desean, y ser – o descubrir – quienes realmente son. 

Lina, Shehab y Eva son un ejemplo vivo de lo que sueñan tantas niñas y adolescentes del campo de personas refugiadas: ser libres, jugar sin miedo, aprender, decidir sobre sus cuerpos y sus vidas. Huyen de una infancia truncada por las balas, las bombas, la pobreza y el miedo. Y en este centro de empoderamiento, como en un jardín donde a veces brotan las rosas, florece también la esperanza. 

Ellas no solo sueñan con un futuro: ya están construyéndolo. Ellas también son poderosas, como diría Melody en su canción de Eurovisión.