Sanny Mendoza: Reconstruyendo con esperanza

Resiliencia en medio
del desastre:
Historias de 
esperanza desde 
Filipinas

En las regiones más vulnerables de Filipinas, donde la pobreza, los desastres naturales y los conflictos armados son parte del día a día, la esperanza se convierte en un acto de resistencia. Este artículo narra las historias de dos personas extraordinarias: Jamalia, una madre de doce hijos e hijas que lucha por la educación de su familia en medio de la pobreza y el conflicto armado en Lanao del Norte, y Sanny Mendoza, un padre que perdió a su esposa e hijo durante el paso del tifón Kristine en Batangas, pero que se aferra a la vida por su hija sobreviviente. Ambos son ejemplos vivos de cómo el espíritu humano puede resistir incluso en las circunstancias más adversas.

Jamalia: Doce hijos, una misión

Jamalia (nombre ficticio), de 40 años, vive en las montañas remotas de Tangcal, en Lanao del Norte. Su vida está marcada por la pobreza extrema y la constante amenaza de conflictos armados. A pesar de estas dificultades, Jamalia ha hecho de la educación de sus hijos e hijas su misión personal.

“Cada día me levanto a las cinco de la mañana. El amanecer sereno siempre se ve opacado por el ruido de los niños y niñas llorando y moviéndose por nuestra pequeña casa”, relata Jamalia.

Su hogar es un espacio reducido donde la privacidad no existe y el caos es constante. Sin ingresos estables, Jamalia y su esposo dependen de los cultivos de su pequeña granja. En los días más difíciles, deben pedir arroz o cualquier tipo de alimento a sus vecinos. No es raro que sus hijos vayan a la escuela con el estómago vacío.

Además de la pobreza, su comunidad enfrenta amenazas constantes por la presencia de grupos armados. “A veces, los camiones y tanques militares se estacionan frente a nuestra casa. Esto asusta mucho a mis hijos”, cuenta. En una ocasión, tuvieron que huir a las montañas por rumores de que un grupo armado se acercaba.

A pesar de todo, Jamalia no se rinde. Participa activamente en actividades escolares y su compromiso con la educación de sus hijos e hijas es inquebrantable.

Cuando Save the Children, a través del consorcio de ONG que trabajan unidas gracias a la financiación de la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Unión Europea, distribuyó kits escolares en su comunidad, Jamalia sintió una mezcla de alivio y gratitud. “Hemos estado esperando esta oportunidad. Estos niños y niñas realmente necesitan su ayuda”, dijo emocionada.

Los kits incluían mochilas, útiles escolares, kits de higiene y capas impermeables. Para Jamalia, esto significó más que materiales: fue una motivación para que sus hijos siguieran estudiando. “Ya no tengo que preocuparme por verlos pelear por un lápiz”, comentó con una sonrisa.

“Sí, somos pobres, pero siempre los animo a ir a la escuela. Ser madre es el único trabajo que sé que hago bien, y estoy muy orgullosa de ello.”

Sanny Mendoza: Reconstruyendo con esperanza

A cientos de kilómetros de distancia, Sanny Mendoza, de 42 años, vivió una tragedia que cambió su vida para siempre. En octubre de 2024, el tifón Kristine arrasó su comunidad, llevándose consigo su hogar, su esposa y su hijo.

Sanny recuerda que ese día parecía uno más de lluvias intensas, algo común en su zona. Estaba afuera, tratando de evacuar a sus cerdos, cuando una segunda oleada de agua, más fuerte y cargada de lodo, rocas y troncos, arrasó con todo a su paso.

“La primera inundación nos llegó a las rodillas, luego a las ventanas. Después vino otra más grande, con tierra y escombros”, relata.

Intentó regresar a su casa, pero su sobrino lo detuvo. “Si no me hubiera sujetado, yo también habría muerto. Cuando vi mi casa siendo arrastrada por el agua, me tiré al suelo. No podía hacer nada.”

El tifón Kristine afectó a más de 7,9 millones de personas en 17 regiones del país. Sanny es ahora uno de los miles de desplazados. Vive con su hija de cuatro años, la única sobreviviente de su familia. Ella se salvó porque estaba con un familiar en ese momento.

A pesar del dolor, Sanny encuentra fuerza en su hija. “Todo lo que hago es por ella. Y todavía sueño con reconstruir nuestro hogar”, dice con determinación.

A través de la asistencia en efectivo proporcionada por Save the Children y el consorcio de ONG en el que participa y gracias a la financiación de la UE, pudo comprar alimentos y útiles escolares para su hija. Esta ayuda no solo alivió sus necesidades inmediatas, sino que le devolvió un sentido de dignidad y control sobre su vida.

“Gracias a Save the Children, ahora estoy más preparado para sanar. Puede que sea difícil, pero al menos tengo algo que ofrecerle a mi hija.”

El poder de la ayuda humanitaria

Las historias de Jamalia y Sanny son diferentes en contexto, pero unidas por un hilo común: la esperanza. Ambas familias han sido beneficiadas por el proyecto ACCESS (Asistencia a las Comunidades y Escuelas Más Vulnerables Afectadas por Emergencias Complejas), una iniciativa multianual financiada por la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Unión Europea y ejecutada por un consorcio de organizaciones humanitarias, entre ellas Save the Children.

ACCESS tiene como objetivo brindar servicios humanitarios y de preparación ante desastres a comunidades vulnerables. En el caso de la educación, se han distribuido kits de aprendizaje con perspectiva de género e inclusivos para niños y niñas en riesgo de abandonar la escuela o que han sido afectados por emergencias recientes.

En situaciones de desastre o conflicto, los niños y las niñas son los más afectados. La pérdida de sus hogares, la interrupción de su educación y el trauma emocional pueden tener consecuencias duraderas. Por eso, intervenciones como las de ACCESS son vitales para garantizar que estos niños y niñas no solo sobrevivan, sino que también tengan la oportunidad de prosperar.

La esperanza como Resistencia

Jamalia y Sanny representan a millones de filipinos que enfrentan adversidades inimaginables con una fuerza admirable. Sus historias nos recuerdan que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza puede florecer. Ya sea en una madre que lucha por la educación de sus hijos e hijas en medio del conflicto, o en un padre que reconstruye su vida tras una pérdida devastadora, la resiliencia humana es un faro de luz.

Gracias al apoyo de organizaciones como Save the Children y al compromiso de la comunidad internacional, estas familias tienen una oportunidad de comenzar de nuevo. Porque al final, como dice Sanny, “aunque el dolor sigue, elijo aferrarme a la esperanza, un pequeño paso a la vez”.