El peor brote de fiebre amarilla sacude a República Democrática del Congo (RDC) y Angola

El virus se transmite por los mosquitos, principalmente el Aedes Aeqypti, el mismo que transmite el Zika y el Dengue y que está presente en todo el mundo.

Madrid, 16 de agosto. La mayor epidemia en décadas de fiebre amarilla está sacudiendo a la República Democrática del Congo (RDC) y a Angola, y pronto podría extenderse a América, Asia y Europa, advierte Save the Children.

La Unidad de Salud de Emergencia (EHU) de la ONG ha respondido rápidamente apoyando al Ministerio de Salud en una campaña de vacunación masiva en la capital congoleña de Kinshasa. La campaña, que comenzará mañana, miércoles 17 de agosto, es parte de la última medida de defensa para detener la propagación del virus mortal que podría afectar a la ciudad en la que viven más de 10 millones de personas.

Es el brote de fiebre más fuerte que ha golpeado a la región en 30 años y las reservas globales de vacunas de emergencia casi se han terminado. Sólo hay 7 millones de vacunas de emergencia disponibles para esta campaña, demasiado pocas para cubrir Kinshasa, y mucho menos para llegar a toda la población de la RDC.

El virus es una fiebre hemorrágica que se ha cobrado hasta el momento cerca de 500 vidas. De manera alarmante, la Organización Mundial de la Salud advierte de que estas cifras podrían multiplicarse por 10 e incluso por 50.

La fiebre amarilla se trasmite a través de la picadura de mosquito, por lo que la transmisión es mucho más rápida en ciudades húmedas y de temperaturas altas como Kinshasa. Además, la temporada de lluvias comenzará el próximo mes, época en la que el número de mosquitos aumenta considerablemente.

Heather Kerr, Directora de Save the Children en la RDC, alerta: “No existe una cura definitiva para la fiebre amarilla y el brote podría ser global. La campaña de vacunación masiva en Kinshasa debe llevarse a cabo ahora para que podamos detener la propagación de la fiebre amarilla por tierra y aire a más ciudades en África y en todo el mundo”.

Once miembros expertos de la EHU de Save the Children trabajarán en esta campaña de vacunación dirigida por el Ministerio de Salud de la RDC que durará diez días e irá dirigida a casi medio millón de personas. Estos expertos también ayudarán dando apoyo técnico al personal del Ministerio de Salud. Además, asegurarán la “cadena del frío” de las escasas vacunas existentes manteniéndolas en frío en su transporte con una red de congeladores y neveras portátiles. También tratarán los desechos médicos que se acumulen tras la campaña. En mayo este equipo apoyó al Ministerio de Salud vacunando a más de 220.000 personas en la ciudad congoleña de Boma, al oeste de la RDC.

Una dosis completa de la vacuna proporciona inmunidad de por vida y la dosis “fraccionada” proporciona inmunidad para salir del paso durante un año aproximadamente.

“Tenemos que llegar urgentemente a muchos niños y familias mientras nos queden suministros, es lo único que podemos hacer. Sólo podemos esperar a que sean suficientes para detener la epidemia”, añade Heather Kerr.

En este brote, alrededor del 20 por ciento de las personas que han contraído la fiebre amarilla han muerto. Las fases finales de la fiebre pueden causar sangrado en los ojos, los oídos y la nariz, insuficiencias orgánicas y una afección conocida como ictericia, una coloración amarillenta de la piel y los ojos que originalmente dio nombre a esta enfermedad.

Sobre Save the Children

Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja en más de 120 países salvando vidas, proporcionando seguridad y protección a los niños y las niñas y defendiendo sus derechos en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas.

En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.