Save the Children alerta sobre la falta de datos y supervisión en las deportaciones de niños y niñas afganos desde la Unión Europea

Bruselas, 16 de octubre de 2018. Mientras los líderes de la Unión Europea se preparan para la reunión de este jueves del Consejo Europeo sobre migraciones, un nuevo informe de Save the Children revela que los Estados europeos que están realizando cientos de deportaciones de niños, niñas y adultos a Afganistán no están supervisando ni apoyando a todas estas personas para que tengan una adecuada reintegración. Especialmente los niños y niñas están regresando a uno de los países más peligrosos del mundo donde tienen muchas probabilidades de sufrir violencia o ser reclutados por grupos armados.

La falta de coordinación entre la Unión Europea y el Gobierno afgano está haciendo que apenas haya datos sobre el retorno de estos niños y niñas, dejándoles en una situación de vulnerabilidad y en grave peligro de ser invisibles para el sistema.

El informe De Europa a Afganistán: Experiencias de los niños y niñas deportados, examina el proceso seguido por los Estados europeos, incluidos Noruega, Suecia y Alemania, en los últimos cinco años. El estudio incluye encuestas a 53 niños y niñas devueltos a Afganistán, así como decenas de entrevistas en profundidad a niños y niñas, padres y tutores.

El informe de Save the Children revela la falta de datos sobre el número total de niños y niñas que han sido deportados; demuestra que los niños y niñas repatriados se sienten estigmatizados al ser tratados como criminales; y alerta de que los niños y niñas no se sienten escuchados ni comprenden el proceso de asilo o sus derechos.

Save the Children pide a los líderes políticos que se detenga inmediatamente el regreso de estos niños y niñas a un territorio peligroso. La organización insta a los gobiernos a que se prioricen los derechos de la infancia y las soluciones migratorias sostenibles, y a que se mejore la coordinación y el apoyo a la población afgana.

Estos son algunos de los resultados del informe de Save the Children:

  • Casi tres cuartas partes de los niños y niñas encuestados relataron que no se sintieron seguros durante la deportación. En más de la mitad de los casos hubo coerción o violencia, incluso en algunos casos en los que la población decidió regresar a Afganistán voluntariamente.
  • Mientras que 45 de los 53 niños entrevistados iban a la escuela cuando vivían en Europa, sólo 16 han regresado al colegio en Afganistán. La mayoría de los niños y niñas hablaron de la educación como “su mayor necesidad”.
  • 1 de cada 5 personas encuestadas (tanto adultos como niños) afirmaron que, al llegar a Afganistán, habían tratado de reclutarlos para luchar en combate, cometer actos de violencia o comprometerse con un grupo armado.
  • Casi la mitad de los encuestados llegaron a Afganistán solos o custodiados por la policía.
  • Sólo tres niños y niñas de los 53 encuestados han recibido un plan de reintegración específico.
  • 3 de cada 4 no descartaron volver a migrar en cuanto tuviesen posibilidad.

“Los Estados de la Unión Europea están abandonando su responsabilidad de proteger y apoyar a los niños y niñas más vulnerables. Desde el momento que ponen un pie en Afganistán, les dejan en un país asolado por la inseguridad, sin supervisión ni apoyo”, denuncia Karen Mets, portavoz de Save the Children en Bruselas para temas migratorios.

“Están exponiendo a los niños y niñas a ser reclutados por grupos armados, a sufrir violencia y a ser estigmatizados socialmente. También se les está negando su derecho a la educación. Los gobiernos de la Unión Europea no pueden mirar para otro lado ante la situación de Afganistán, tienen una obligación legal y moral de proteger a estos niños y niñas. Los líderes de la UE deben asumir y aumentar sus obligaciones y esto empieza porque detengan inmediatamente el regreso de estos niños y niñas a unos de los países más peligrosos del mundo”, pide Mets.

Nuevos datos de Naciones Unidas muestran que la primera mitad de 2018 fue la más mortal para la población civil afgana, con casi 1.700 personas asesinadas y cientos de ellas heridas como resultado del conflicto. Entre ellos, hay 363 niños y niñas muertos y 992 heridos. Al mismo tiempo, la ONU ha señalado su preocupación por el aumento de ataques en escuelas afganas por parte de grupos contrarios al Gobierno.

La historia de Mohammad

Mohammad tiene 13 años. Cuando tenía cinco, su familia y él dejaron su hogar en la provincia de Ghazni, Afganistán, y se dispusieron a cruzar medio mundo para estar a salvo. Tras jugarse la vida en una embarcación abarrotada con la que cruzaron el Mar Egeo, llegaron a Europa y siguieron avanzando hasta llegar a Noruega. Allí han estado viviendo todo este tiempo como “solicitantes de asilo”.

La familia de Mohammad estaba totalmente integrada y era aceptada por los vecinos; el niño iba al colegio y tenía amigos con los que jugaba al fútbol. Sin embargo, el Gobierno noruego denegó su petición de asilo y les comunicó que tenían que dejar el país. Poco después la policía fue a su casa y les arrestó durante 20 días. Finalmente, el Gobierno les deportó a Afganistán dotándoles de una pequeña ayuda económica.

“En Noruega tengo a mis amigos y me gustaba ir al colegio; aquí (Afganistán) tengo miedo todo el rato”, cuenta Mohammad. “Cada vez que salgo de casa para ir a la escuela pienso que no voy a volver. Antes no tenía miedo de que me disparasen. En cuanto tengamos dinero, dejaremos Afganistán otra vez”.

Sobre Save the Children

Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja en más de 120 países salvando vidas, proporcionando seguridad y protección a los niños y las niñas y defendiendo sus derechos en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas. En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.