Se necesitan medidas inmediatas para proteger a la infancia de una crisis de hambre en el mundo sin precedentes

 

Millones de niños y niñas corren el riesgo de morir a menos que se tomen medidas inmediatas para luchar contra la crisis mundial del hambre, advierten seis de las mayores ONG del mundo dedicadas a la infancia.

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 Esther Mbabazi / Save the Children / Sudán del Sur 2022

 

Madrid/Ginebra, 17 de agosto de 2022. El mundo se enfrenta a una crisis de hambre sin precedentes. Cada minuto un niño se ve abocado a la desnutrición severa, y 8 millones de niños y niñas corren el riesgo de morir en 15 países afectados por la crisis del hambre si no reciben tratamiento inmediato -Afganistán, Burkina Faso, Chad, República Democrática del Congo, Etiopía, Kenia, Haití, Madagascar, Malí, Níger, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen-. 

En todo el mundo, casi 50 millones de personas viven en niveles catastróficos por el hambre aguda. “Si no actuamos ahora, las consecuencias de esta crisis de hambre tendrán repercusiones devastadoras y de por vida en la salud, la nutrición, la educación, la protección y la supervivencia de los niños y niñas”, dice Inger Ashing, directora de Save the Children Internacional. “Nosotros, los directores generales de las seis mayores ONG dedicadas a la infancia, unidos en la Alianza Joining Forces, nos hemos reunido para expresar nuestra preocupación compartida por los efectos devastadores en los niños y niñas”. 

La hambruna se puede prevenir y no tiene cabida en el siglo XXI. En 2017, se demostró el poder de la acción colectiva para evitar la hambruna en Somalia. “Como comunidad internacional, tenemos la responsabilidad colectiva de garantizar que se tomen medidas urgentes para evitar la muerte de cientos de miles de niños y niñas”, señala la directora. “No podemos esperar a que se declare la hambruna para actuar”. Más de la mitad de las muertes por la hambruna de 2011 en Somalia, que acabó con la vida de 260.000 personas, se produjeron antes de que se declarara la hambruna. La mitad de todos los que murieron eran niños y niñas menores de cinco años. 

“Las organizaciones que trabajamos directamente con los niños, niñas, familias y las comunidades de todo el mundo vemos a diario los devastadores efectos que están teniendo los conflictos, la crisis climática, la COVID-19 y las consecuencias de la guerra de Ucrania”, explica Ashing. 

Esta crisis del hambre ya amenaza la supervivencia de los niños y niñas al aumentar el riesgo de desnutrición severa y aguda. Los niños y niñas corren un mayor riesgo de sufrir violencia, explotación y abusos por el abandono de la escuela, los trabajos forzados, el reclutamiento y la utilización por parte de las fuerzas armadas o grupos armados. Los niños y niñas que no cuentan con sus figuras paternas y maternas son especialmente vulnerables a la inseguridad alimentaria. Las niñas corren más riesgo de matrimonio infantil, precoz y forzado, de embarazo precoz, de abandono escolar, de explotación sexual y de abusos. “Cuando los alimentos escasean, las niñas y las mujeres suelen comer menos y en último lugar”, indica Ashing.

“Los derechos y las necesidades de los niños y niñas deben ser prioritarios en la respuesta a esta crisis. No podemos seguir con el enfoque de siempre. La respuesta debe basarse en las necesidades de los niños y niñas y empoderar a los jóvenes como agentes de cambio”.

Ashing manifiesta que “los gobiernos y los donantes deben actuar urgentemente para evitar la pérdida masiva de vidas y proteger a los niños y niñas de las consecuencias negativas de esta crisis de hambre. La seguridad alimentaria no es un privilegio, sino un derecho consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. El liderazgo internacional y la voluntad política deben impulsar tanto una respuesta inmediata como abordar las causas profundas del hambre, como los conflictos, las crisis económicas, la crisis climática y el acceso desigual a los recursos agrícolas, a través de la colaboración para impulsar soluciones a nivel local”.

Save the Children, junto al resto de ONG que conforman la alianza de Joining Forces, se compromete a trabajar junto a los gobiernos y los donantes para garantizar que se dé prioridad a las necesidades de los niños y niñas para ofrecer una respuesta multisectorial con perspectiva de género que abarque la seguridad alimentaria, la nutrición, la salud, el agua, el saneamiento y la higiene, la educación, la protección y los sistemas de protección social. 

Joining Forces es una alianza de las seis mayores ONG internacionales que trabajan con y para los niños para garantizar sus derechos y acabar con la violencia contra ellos. Los directores generales son: Meg Gardinier, ChildFund Alliance; Stephen Omollo, Plan International; Inger Ashing, Save the Children International; Ingrid Johansen, SOS Children's Villages International; Valérie Ceccherini, Terre des Hommes; Andrew Morley, World Vision