Marionetas contra el abuso

Una recopilación de buenas prácticas en la prevención y tratamiento del abuso sexual infantil

El profesor de los niños se pone una marioneta con forma de zorro en una mano. Empieza la función. Los niños y niñas, entre 6 y 8 años, están sentados en sus pupitres y escuchan lo que el zorro va a contarles; algunos se ríen, otros están mas serios, todos miran atentos.

La función no es una función cualquiera. Forma parte de un programa que se está desarrollando en Alemania para la prevención del abuso sexual en educación primaria al que llaman “Listo como un zorro” y lo que la marioneta presenta a los niños son respuestas que deberían dar frente a situaciones peligrosas.

Este original programa aparece recogido en el informe Visión y realidad con el que queremos promocionar buenas prácticas utilizadas por distintas instituciones y organismos en Europa. Son todas ellas medidas que han desarrollado no solo para la prevención del abuso sexual infantil y que también apuntan al tratamiento de las víctimas y de los agresores.

Como apunta el informe, el problema del abuso sexual de niños es objeto de diferentes niveles de concienciación y respuesta en los distintos países europeos. En los países nórdicos, se ha conseguido un progreso considerable en el tratamiento de esta cuestión y, como resultado de ello, actualmente existen en estos países bastantes ejemplos de buenas prácticas en programas de prevención, apoyo a las víctimas y tratamiento de los autores del abuso. Todo lo contrario a lo que ocurre en países del sur de Europa como España o Italia, donde el problema del abuso sexual hasta hace poco no se consideraba un problema grave, y que apenas cuenta con programas de prevención y tratamiento.

Los programas no deben estar únicamente dirigidos a los niños

Una de las conclusiones a las que llega el informe es la de que muchos de los programas estudiados involucran muy poco o nada a los padres y al contexto social que rodea al niño. La intervención con niños en edad escolar no debe tratarse del único tipo de intervención ni tampoco recibir prioridad. La prevención debe ejercerse a través de la acción social y de políticas generales que involucren a la familia, la escuela y los profesionales, y no concentrarse únicamente en los niños como víctimas potenciales, sino también en los posibles agresores.