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Niñas que tienen niños

El Estado Mundial de las Madres 2004 alerta de que las madres adolescentes corren un mayor riesgo de morir

La edad para convertirse en madre puede ser determinante. Determinante en esa delgada línea que separa la muerte de la supervivencia. El informe sobre el Estado Mundial de las Madres 2004 alerta de que más de 70.000 jóvenes de menos de 20 años mueren cada año por complicaciones durante el embarazo y el parto. Un millón de bebés que nacen de madres demasiado jóvenes no sobreviven a su primer año de vida.

En el informe se apuntan cifras tan determinantes como la de que las madres entre 10 y 14 años en Bangladés tienen cinco veces más de posibilidades de morir que aquellas que se convierten en madres con 10 años más. La educación y el acceso a la atención sanitaria serían herramientas clave para mejorar unas cifras devastadoras que, como cada año, se sitúan en los países más pobres. En todo el mundo, 13 millones de niñas dan a luz cada año; 9 de cada 10 de esos nacimientos se producen en países en desarrollo.

Muchas niñas en África tienden a casarse muy pronto por matrimonios concertados y reciben mucha presión para convertirse en madres lo antes posible

En países de Latinoamérica, el Caribe y Estados Unidos, las madres jóvenes no suelen llegar a casarse. Todo lo contrario a lo que ocurre en países de África, donde el problema surge cuando las familias conciertan los matrimonios de sus hijas a edades muy tempranas y las presionan para que tengan hijos lo antes posible. Es precisamente en los países africanos donde se registran las mayores tasas de mortalidad materno infantil. A Abeba, de Etiopía, su familia le concertó un matrimonio cuando tenía 7 años. Empezó tener relaciones sexuales a los 9 y se quedó viuda a los 12. Descubrió que estaba embarazada pero perdió el niño tras haber realizado trabajos que requerían grandes esfuerzos.“No quiero volver a casarme”, dice. “No quiero que se me acerque ningún hombre”

Casadas o no casadas, en ciudades o en zonas más rurales, las madres jóvenes tienden siempre al aislamiento. La mayoría no ven satisfechas sus necesidades sanitarias y de educación y apenas reciben la preparación necesaria para los retos a los que se tienen que enfrentar junto a sus hijos.

No quiero volver a casarme. No quiero que se me acerque ningún hombre"

A Abeba, en Etiopía, le obligaron a casarse cuando tenía 7 años.