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No a la explotación sexual infantil

La creciente concienciación en Europa frente a la explotación sexual infantil exige un plan de acción

En el verano de 1996, la sociedad europea recibía con estupefacción los detalles de los espantosos asesinatos de cuatro menores en el caso “Dutroux” acaecido en Bélgica.

Aquel terrible suceso provocó una concienciación –y repulsión– generalizada hacia la explotación sexual infantil en toda Europa. En Bruselas, unas 300.000 personas se lanzaron posteriormente a la calle para manifestarse contra el fracaso de la policía y del poder judicial a la hora de combatir eficazmente los delitos cometidos contra menores.

Casi al mismo tiempo tenía lugar en Estocolmo el primer Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de Menores que emitió una contundente declaración de intenciones. Aquel gesto representó un acontecimiento que, junto a la mayor sensibilidad al tema por parte de la opinión pública, permitió que por primera vez se tomara en serio la explotación sexual infantil en el ámbito de la Unión Europea.

El informe Explotación sexual infantil: un plan de acción para Europa arroja toda una serie de datos que revelan que la magnitud y la complejidad de los problemas hacen necesaria la adopción de nuevas medidas no sólo a nivel nacional e internacional, sino también en el ámbito de la UE.

La explotación sexual infantil también existe en Europa

La concienciación política y social que surgió en aquel momento permitió también desterrar la negación generalizada en la mayoría de los países europeos de que los menores fueran víctimas de la explotación sexual. Las investigaciones realizadas en muchas partes de Europa, que comenzaron hace aproximadamente 15 años y que recientemente se han convertido en algo mucho más habitual, han mostrado que las revelaciones que surgieron en 1996 deben situarse en un patrón mucho más amplio de abuso.

Se reconoce cada vez más que los menores no sólo pueden ser víctimas de abusos sexuales en el seno familiar (la principal esfera de abuso) o en el entorno comunitario (por ejemplo, servicios de guardería en régimen interno o externo, clubes deportivos), sino que también puede traficarse con ellos dentro de los países y de unos Estados a otros, ser capturados para participar en la industria del sexo o utilizados con fines de prostitución o pornografía.

El estudio denuncia así mismo que, a pesar de que en muchos países europeos se hayan introducido posteriormente leyes orientadas a combatir la explotación sexual infantil, apenas existen evidencias que constaten que se haya protegido eficazmente a los menores, ya que los enjuiciamientos que llegan a buen término continúan siendo relativamente escasos.

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