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Una escuela que incluya

Guía de buenas prácticas en educación inclusiva

En Save the Children apostados por un modelo educativo en el que todos los niños y las niñas aprendan juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, pudiendo optar a las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, los implicados en los distintos ámbitos educativos (administraciones competentes, responsables de los centros, de otras entidades educativas y resto de la comunidad), han de establecer las condiciones necesarias para identificar las barreras existentes para la participación y el aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes e implementar las medidas necesarias para superarlas.

 

En el ámbito de la educación formal, la inclusión supone una adaptación del sistema a los alumnos y no de los alumnos al sistema, como se ha venido haciendo. Esta tarea, nada fácil, requiere cambios institucionales, curriculares y didácticos por parte de distintos agentes. Así, aunque las administraciones tienen competencia sobre el marco regulador, evaluador y financiero, los centros tienen cierto margen de acción para hacer cambios operativos  y reclamar otras reformas necesarias. En cualquier caso, los centros han de trabajar en su propia cultura inclusiva, para traducirla después en políticas y prácticas que tengan en cuenta a toda la comunidad educativa.

En Save the Children creemos que la diversidad en el alumnado enriquece el proceso de enseñanza-aprendizaje, beneficiando a la comunidad educativa y a la sociedad en general. Bajo esta premisa, los sistemas educativos han de contar con herramientas para adecuar la respuesta educativa a los diferentes intereses y necesidades de los alumnos y las alumnas.

La Guía de buenas prácticas en educación inclusiva pretende ser una herramienta útil para el desarrollo de esas prácticas en centros que ya cuenten con una cultura y políticas inclusivas. Con ello deseamos poner nuestro granito de arena para que la educación sea cada día un poco más inclusiva, contribuyendo así a crear un orden social que prevenga la exclusión de los niños y las niñas y mejore sus posibilidades de desarrollo futuro y de vida digna.

Aunque esta guía se dirige a los responsables y docentes de centros educativos y entidades que trabajan en el ámbito de la educación, éstos no son los únicos agentes que tienen competencias sobre los factores que generan exclusión. Por ejemplo, algunas de las barreras más poderosas para el aprendizaje y la participación están asociadas con la pobreza y el estrés que ésta produce. Por eso, con la guía queremos también hacer un llamamiento a la Administración para que trabaje junto con los centros escolares y otras entidades relacionadas con la educación, para abordar planes que respondan de manera efectiva a las necesidades e intereses del alumnado.

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