cover-1457446687.jpg

Capturando los sueños de los niños sirios refugiados

Ya es 15 de marzo, una terrible fecha porque se cumplen cinco años desde el inicio del conflicto en Siria. En estos cinco años se estima que entre 250.000 y 470.000 personas han muerto. Los derechos de la población siria se han visto vulnerados de manera constante provocando que 6,6 millones de personas se hayan desplazado dentro del territorio sirio y otros 4,7 millones de refugiados hayan ido en busca de seguridad y asistencia a los países vecinos y, cada vez más, a Europa.

En Save the Children hemos estado trabajando en terreno desde el inicio de la crisis. En este tiempo han pasado por nuestras vidas la de miles de niños y niñas con los que hemos trabajado. Os hemos contado en numerosas ocasiones en qué consiste nuestro trabajo en Siria, por eso hoy queremos ceder este espacio a Chris de Bode, un reconocido y premiado fotógrafo de retratos y director de cine que ha viajado a más de 80 países documentando distintas situaciones humanitarias.

Chris dejó su trabajo como instructor de escalada profesional para convertirse en fotógrafo y desde entonces ha capturado miles de historias de vida con su cámara. Trabajando como fotógrafo para Save the Children ha podido capturar los sueños de los niños sirios refugiados que viven en el campo de refugiados de Zaatari en Jordania, ahora convertido en el hogar de más de 83.000 refugiados que escapan del brutal conflicto en Siria. Con ellos ha establecido lazos duraderos y ha seguido de cerca sus vidas a lo largo de los distintos viajes que ha realizado al campo de Zaatari.

Este artículo ha sido escrito por Chris de Bode 

De instructor de escalada a fotógrafo

Mi amor por la fotografía empezó cuando hacía escalada. Quería capturar la sensación que tenía cuando me quedaba colgado de la roca. La profundidad bajo mis pies, el miedo que sentía a veces. Todavía recuerdo el olor de la piedra, totalmente concentrado en el metro cuadrado que tenía frente a mí.

Llegó un momento en que dejé la escalada. Quería conocer gente y viajar. La fotografía se quedó conmigo y un mundo nuevo se abrió ante mis ojos. Pronto comencé una nueva carrera y tuve la oportunidad de viajar y enamorarme de la gente que conocía. Mi trabajo como fotógrafo me llevó a más de 80 países. Uno de ellos era Siria, mucho antes de que comenzara la guerra.

Lazos inolvidables

Cuando conecto con alguien el lazo que nos une no desaparece nunca. Así lo sentí cuando años más tarde el conflicto estaba en su apogeo y yo estaba caminando por el campo de refugiados de Zaatari. Allí entendí lo que significa perder todo lo que tienes.

He viajado a muchos países de Oriente Medio y he experimentado lo hospitalaria que es la gente. Su rica cultura y los fuertes lazos familiares mantenían unidas a las comunidades.

Y ahora todo se ha hecho pedazos.

Quiero sentir la hierba bajo mis pies. Sin vallas a mi alredor, sin cemento ni arena para jugar. Quiero volver a casa"

La primera vez que fui a Zaatari, el campo era mucho más pequeño de lo que es ahora. La gente se alojaban en tiendas de campaña y no había muchas instalaciones. Fue muy duro. Pero cuando miro ahora, después de venir al campo con cierta frecuencia, es que no son las mejores instalaciones las que marcan la diferencia. Ni las caravanas más cómodas. Es el estado mental de las personas. Hace cinco años eran optimistas. Pensando que el conflicto llegaría a su fin muy pronto. "Volveremos a casa pronto. ¡Insha'Allah!" Recuerdo la historia de una niña, su nombre es Aman, aparece en la foto de abajo. La fotografié para el Proyecto Sueño de Save the Children. Reflejé los sueños de los niños a lo largo de todo el mundo. Y uno de esos sueños era el de esta chica brillante e inteligente. Le pregunté acerca de su sueño de futuro. Su respuesta fue: "Quiero sentir la hierba bajo mis pies. Sin vallas a mi alrededor, sin cemento y arena para jugar. Quiero volver a casa." Su respuesta me golpeó. Era tan simple. No era un gran sueño de convertirse en campeona mundial en algún deporte o en una actriz famosa. No. Sólo hierba verde fresca donde poder jugar. Me pregunto dónde está ahora...

Creando un futuro en el campo

En los últimos años conocí a un buen número de niños en Zaatari. Y algunos los reencontré una y otra vez. Younes, por ejemplo (en la foto de abajo). La primera vez que nos encontramos acababa de llegar al campo. Me di cuenta de que había pasado por algunas experiencias difíciles. Podría haber tenido un desenlace horrible. Pero encontró su lugar en la comunidad. Demostró ser un superviviente. Visitando el gimnasio del campo de manera regular pude fotografiar su sueño. Y sí, quería convertirse en el hombre más fuerte sobre la tierra. Pero resultó que Younes tuvo  otro destino. Cuando me encontré con él de nuevo hace unos meses me mostró con orgullo su cámara. Se había convertido en el fotógrafo de la Revista Zaatari. Guiado por  un programa de Save the Children, se las arregló para desarrollar sus habilidades. Estoy muy orgulloso de él. Fue un ejemplo de una nueva generación en el campo. Parte del grupo que quería establecer un futuro en el campo. Le pregunté si se sentía refugiado o ciudadano. Su respuesta fue clara. Muchas personas consideran que volver a Siria ya no es una opción.

Y esta niña. La niña con los ojos más increíblemente azules que jamás he visto

Su nombre es Basheera. La conocí en El Espacio Seguro para la Infancia de Save the Children. Me contó muy entusiasmada  sobre el vestido azul y todos los juguetes que trajo de Siria. Que se sentía como una princesa con ese vestido. Me llevó a su caravana para enseñarme el vestido, pero su madre negó con la cabeza y susurró: "No hay vestido. Todo se quemó después de un ataque aéreo. Mi hija se imagina que ella trajo todas sus posesiones más preciadas, pero en realidad sólo pudimos traer la ropa que llevábamos puesta".

Después de volver a casa miré sus fotografías en mi pantalla. Sus ojos tan azules como los más puros lagos de montaña estaban diciendo tantas historias. Su rostro grabado en mi mente. El año pasado, 2 años después de nuestro primer encuentro, volví a buscarla. ¿Cómo estará? ¿Iría a la escuela? ¿Seguirían siendo sus ojos tan vibrantes como antes? ¿O se habría extinguido la chispa con el tiempo? Estaba nervioso. ¿Me reconocería? Seguimos diferentes pistas pero ninguna de ellas nos llevó hasta Basheera. No pudimos encontrarla. Me sentía muy decepcionado pero no me rindo. Su imagen recorrió todo el mundo. La secretaría de Estado norteamericana, Malala y muchos periódicos quedaron impactados por esos brillantes ojos azules que había visto tanto. Para muchos, se convirtió en un símbolo de los niños refugiados sirios. Quería decírselo...

Reflejando los sueños de los niños

En mi trabajo como fotógrafo creo que es importante mostrar la fuerza que tienen los niños. El Proyecto Sueño me permite dar a los niños la oportunidad de vivir lo que les gustaría llegar a ser en la vida. Todo el mundo sueña. Todos lo hacemos. Y eso no quiere decir que todos se hagan realidad. Todos sabemos eso también. Pero puede ser una gran motivación en la vida que alguien te ayuda a visualizarlos. Es un recordatorio impreso en papel.

Eso también me ayuda. Voy a muchos lugares peligrosos. A rincones del mundo donde es difícil no deprimirse. Siempre son los niños quienes son golpeados primero. Ya sea por el hambre, por cuestiones relacionadas con la salud o la educación. Ellos son los más vulnerables. Tengo la oportunidad de conocer a esos chicos. Y tal vez, sólo tal vez, pueda jugar un pequeño papel positivo en sus vidas. Porque hacer una foto la mayoría de las veces, a pesar de lo horrible que a veces hay alrededor, es muy divertido.

Incluso si es sólo por una fracción de segundo.

Ayúdanos a llegar a las personas que más lo necesitan en Siria

Dona ahora