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"Quiero mantener a mis hijos lejos del infierno y del terror de Siria"

Zaatari es el segundo campo de refugiados más grande en el mundo y acoge a más de 85.000 refugiados sirios, de los que el 60% son niños y niñas como Asiya*.

Recordarás que hace dos años, cuando estuvimos en el campo, conocimos a Asiya*: una niña refugiada siria de12 años que quería ser doctora para salvar a todos los niños y las niñas, los primeros afectados por la guerra.

Hace unas semanas volvimos al campo y pudimos volver a hablar con esta familia que tanto nos había impactado, tanto por su valentía como por su insaciable esperanza. Su historia no es un caso aislado: es la historia de miles de familias sirias que han tenido que huir de la muerte, del peligro y de la pobreza de Siria

Hoy te queremos contar la historia y realidad de Issam*, el padre de Asiya: nos entregó una carta llena de esperanza en la cual ha intentado describir los horrores que muchas familias sirias han vivido antes de llegar al campo y su gran sueño: que sus hijos puedan vivir lejos del terror e infierno de Siria. 

La historia de Issam, padre refugiado sirio, y su familia

Una noche empezamos a oír disparos y bombas que caían por todas partes".

Issam*, el padre de Asiya, tenía un estudio fotográfico en Jabah, en el distrito de Quneitra. Los bombardeos y la guerra fueron destrozando su barrio, su casa, su negocio, el colegio de sus hijos... Una mañana cerraron maletas y se echaron a la calle sin mirar atrás. 

Desea poder llegar a Europa con su familia y construir una nueva vida, encontrar trabajo y que sus hijos vuelvan a ir al colegio. En una carta que entregó a Save the Children durante nuestra visita, Issam ha intentado describir los horrores que ha vivido junto a su familia por la guerra y su insaciable deseo de construir un futuro mejor para sus hijos.

Issam recuerda perfectamente el día en el que su vida y la de su familia dio un giro para siempre. Era el final del invierno y el comienzo de la primavera. Cuenta que fue un punto clave en sus vidas: el final de una vida segura, bella y a salvo, y el principio de una tragedia, dolor y heridas sangrantes.

 
Durante 18 años, Issam trabajó como fotógrafo en Siria. Tenía un estudio en la ciudad de Jabah, en el distrito de Quneitra. Cuando estalló la guerra, la inseguridad en las calles no le permitía ir a la tienda ni a sus hijos al colegio. Un día entraron en el estudio, se lo llevaron todo: el esfuerzo de muchos años había desaparecido en un momento. 
 
Una noche empezaron a oír disparos y bombas que caían por todas partes así que se escondieron dentro de casa porque no había ningún otro refugio y de repente una gran explosión hizo temblar las paredes y arrojó polvo y humo por todas partes. Nos explica que de repente escuchó gritar a su esposa y el llanto de sus hijos. Su casa fue destruida por un ataque aéreo.
 
Les sacaron de entre los escombros: por suerte todos sobrevivieron. Los disparos y las bombas seguían cayendo al azar. Su hijo mayor, Mohammad, sufrió una herida en el brazo derecho que necesitaba cirugía. Se lo llevaron al hospital sin decírselo, le hicieron la cirugía sin anestésicos porque era muy pequeño y tenían recursos limitados. Su hijo se desmayó durante la operación porque sentía mucho dolor mientras le quitaban los trozos de metal incrustados en su carne. Nos asegura que fue, sin duda, el peor día de su vida.

La guerra civil es la más fea y devastadora: no hay piedad para nadie".

 
Desde ese día, Mohammad sigue teniendo el hueso del brazo dañado y requiere de otra operación urgente. Todo esto afectó a su estado emocional, y aún sigue sufriendo las consecuencias. Las consecuencias psicológicas que tiene este tipo de conflictos y la guerra en los niños y niñas sirios después de 6 años podrían ser irreversibles. Viven aterrorizados y con un miedo constante.
 
Intentaron quedarse en Siria, en casa de familiares y amigos. Un día después de comer empezaron a escuchar bombardeos y disparos, como de costumbre, pero esta vez venían del callejón en el que estaban. Cuando pensó que no podía ir peor llegó la mala noticia: una bomba había entrado a través de una ventana y había hecho añicos a su suegro. A su mujer le dio un ataque de nervios y se derrumbó al ver morir a su propio padre de esta forma tan violenta. 

Cuando la única forma de sobrevivir es huir

Después de este incidente tan atroz Issam decidió que tenían que irse de Siria si querían sobrevivir. Nos cuenta que la guerra civil es un infierno que arrasa con todo: el trabajo, los hogares, la educación, la salud y las necesidades básicas.
 
Llegaron a Jordania al campo de refugiados de Zaatari para quedarse una semana, pero ya llevan cinco años. 

Buscábamos un futuro mejor y seguro lejos de la guerra, pero la situación en el campo es muy mala".

 

A pesar de las dificultades, Issam no desespera y mantiene las fuerzas y la motivación cargadas para sacar a su familia adelante. Llevan cinco años de trámites y papeles para intentar vivir en Europa. No quieren ni pueden volver a Siria porque temen por sus vidas. 
 
Esperan que después de cinco años puedan encontrar un país que les acoja para, ahora sí, empezar de nuevo lejos del horror de la guerra y de la desesperación del campo de refugiados.