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Sudán de Sur: la otra ola de refugiados

El lema de Sudán del Sur reza: “Justicia, libertad, prosperidad”. Estos principios, que deberían haber acompañado a este estado desde su independencia de Sudán en 2011, se han dejado de lado en los primeros años de vida del país más joven del planeta.  Desde 2013, el país vive sumido en un conflicto bélico que ha llevado a Naciones Unidas a describir la situación del país como “al borde del genocidio”. Y los conflictos bélicos no son los únicos que amenazan a su población. Hace un mes llegaba a la prensa internacional otra noticia sobre el joven estado: se declaraba la hambruna en las zonas del país más afectadas por la violencia.

Esta situación de hambre y de conflictos, que ha afectado a la población civil más que a nadie, ha sumido al país en la mayor crisis de refugiados de todo África: más de 1,5 millones de personas han huido desde el comienzo del conflicto. Con ejecuciones en las calles, violaciones y horrores continuos, muchos de sus habitantes han decidido intentar buscar un nuevo futuro al otro lado de una de sus fronteras, en Uganda. En este país hay actualmente 780.000 refugiados procedentes de Sudán del Sur y han llegado 140.000 solo en lo que llevamos de año.

El 86% de los desplazados son mujeres y niños, que llegan aterrorizados, hambrientos y a menudo solos. Muchos de ellos están tan traumatizados que tienen dificultades para hablar y no saben si sus padres están vivos. Save the Children se encuentra en Uganda trabajando en los campos cercanos a la frontera sudanesa, donde hemos podido ver las condiciones, tanto físicas como psíquicas, en las que se encuentran los miles de personas que intentan recuperar la esperanza de un futuro mejor al cruzar la frontera.

Los niños nos cuentan que han presenciado la muerte de sus padres en su propia casa. Uno de ellos vio cómo colgaban a su padre junto a él, ahora tiene pesadillas y cuando se despierta es incapaz de hablar. También estamos viendo casos de desnutrición tan graves que se pueden contar sus costillas con la vista".

Flavia, trabajadora de Save the Children

 

Huyendo de la violencia

Sylvia, una madre de 31 años, dejó Sudán del Sur tras ver cómo asesinaban a su mejor amiga y a sus tres hijos, uno de ellos aún lactante. Esa fue la gota que colmó el vaso, pero Sylvia ya había visto otras atrocidades que las bandas armadas estaban haciendo en el territorio. 

Los niños y los ancianos mueren asesinados .... He visto a niños arrojados al río atados a su madre muerta”

Sylvia, 31 años

Ella viajó desde Yai con algunos de sus vecinos y pasaron una semana en el camino hasta llegar a Uganda. Durante el viaje, Sylvia se encontró a una niña pequeña deshidratada en la orilla de la carretera y, aunque no supiera ni su nombre, decidió llevársela con ella a Uganda. Sus nuevos vecinos en el campo de Imvepi, al igual que Sylvia, han empezado a llamarla Jane, y la pequeña ha ido poco a poco recuperando su peso y su sonrisa.

Había un montón de niños solos. Cuando la guerra comenzó, muchos de ellos no estaban en casa, y cuando quisieron volver con sus padres, ya no pudieron. Estábamos llegando cuando encontré a Jane desnuda, desnutrida y deshidratada. Como madre me dolía demasiado verla así, por eso tuve que llevarla conmigo”

Sylvia

Desde su llegada a Uganda, Sylvia también se ha reencontrado con sus dos hijos, que huyeron de Sudán de Sur con anterioridad para huir del conflicto. Sylvia sabe que es afortunada por haber podido huir del país, y no tiene mucha confianza en que pueda volver en un futuro cercano. Al igual que muchos refugiados en Uganda, las palabras dirigidas a su país de nacimiento desbordan un sentimiento de tristeza, pesimismo y decepción.

No creo que Sudán tenga un buen futuro con lo que yo he visto. No puede haber futuro para Sudán del Sur cuando los ancianos, las mujeres embarazadas y los niños están siendo asesinados indiscriminadamente.”

Sylvia

Ayuda a ambos lados de la frontera

Save the Children está trabajando en los campos de refugiados de Imvepi, Rhino y Bidi Bidi, muy cercanos a la frontera con Sudán del Sur. Allí estamos construyendo espacios seguros para los niños, con zonas de juego y acceso a apoyo psicosocial. El equipo de protección de la infancia también se está ocupando de los menores que se han separado de sus familias durante el viaje.

Además de apoyar a los refugiados que cruzan a Uganda, nuestros equipos también se encuentran en Sudán del Sur luchando contra la hambruna que asola el país. Estamos trabajando sin descanso examinando el estado de desnutrición de los niños, creando programas de nutrición y tratando a estos niños en centros de salud especializados.

La ayuda es necesaria en ambos países, pero no puede tardar mucho más en llegar. Sudán del Sur sigue resquebrajándose por los conflictos mientras Uganda se enfrenta a un flujo de personas para el que no estaban preparados.La población del país ya se está muriendo de hambre y más 100.000 personas pueden correr ese mismo destino si la comunidad internacional sigue actuando con indiferencia hacia las hambrunas que asolan África este año. Nosotros vamos a seguir en ambos países apoyando a todo aquel que lo necesite, denunciando todas las atrocidades que se cometan, pero también necesitamos tu ayuda. Los niños de Sudán de Sur, algunos incluso más mayores que su propio país, necesitan tu ayuda.