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Combatir la Pobreza infantil: de la promesa electoral a los Presupuestos Generales del Estado

Artículo escrito por Ana Sastre, Directora de Sensibilización y Políticas de Infancia

La pobreza infantil en España significa desigualdad de oportunidades, esto se traduce en que niños y niñas con las mismas capacidades vivirán en su infancia realidades distintas que determinarán su futuro. Por ejemplo, aquellos niños y niñas cuyos padres tienen estudios, tendrán más oportunidades de no ser obesos y por lo tanto de no sufrir enfermedades cardiacas cuando sean mayores, o de llegar a la universidad y de optar a trabajos más cualificados cuando sean personas adultas. 

Sin embargo, un niño o una niña en una familia pobre no tendrá las mismas oportunidades. En España, por ejemplo, a igual rendimiento, la brecha de abandono escolar entre niños de nivel socioeconómico alto y bajo es del 25%. La baja cualificación se traduce, como sabemos, en bajas oportunidades laborales, lo que contribuye a que nuestro país cuente con una de las tasas de desempleo juvenil más altas de la Unión Europea, solo por detrás de Grecia. La falta de igualdad de oportunidades lastra nuestra economía y nuestra productividad y lo que puede parecer un problema que solo afecta a algunas familias se convierte en un problema de todos que necesita ser abordado con consenso y urgencia.

La pobreza infantil tiene muchas caras, la de la infravivienda, la de la mala alimentación, la del fracaso escolar; erradicarla implica actuar en todos estos frentes con políticas específicas. Cambiar esta situación está sin duda en manos de nuestros políticos.

Políticas que acaban con la pobreza infantil

En principio, podríamos decir que la puesta en marcha de políticas para acabar con las desigualdades que afectan a la infancia goza de cierto consenso político. Prácticamente todos los grupos políticos presentes en el Congreso ofrecían a los votantes planes específicos en sus programas electorales. El Partido Popular hablaba de consolidar los programas destinados a la erradicación de la pobreza infantil, el PSOE manifestaba su compromiso para acabar con la pobreza severa en España, PODEMOS incluía una estrategia estatal para reducir la pobreza y Ciudadanos mencionaba expresamente la reducción y erradicación de la pobreza y la exclusión social de la infancia. 

Pero hay que pasar de las palabras a los hechos y esto significa poner recursos. Actualmente España dedica casi la mitad de lo que la Unión Europea invierte en políticas de infancia, un 1,4% de su PIB frente a un 2,2%, aún teniendo una de las tasas más altas de pobreza infantil. Combatir las desigualdades en la infancia requiere sin ninguna duda aumentar la inversión. 

Sin embargo, tras dos años de legislatura, quienes se comprometían con la infancia en sus programas electorales no han sido capaces de encontrar un acuerdo para cumplir con sus promesas. Los últimos Presupuesto Generales del Estado aprobados o en curso son la clara evidencia de esta falta de compromiso real con la infancia más vulnerable. 

Unos presupuestos que dan de lado a la infancia

En 2018 se aprobaron unos Presupuestos que incrementaban en escasamente 25 millones la inversión para combatir la pobreza infantil, aunque los dos partidos que pactaron el acuerdo de investidura, PP y Ciudadanos, habían rubricado destinar 1.000 millones de euros a los casi 3 millones de niños y niñas en riesgo de exclusión. Ante la insuficiencia de recursos tampoco hubo un acuerdo determinado de los demás partidos del Congreso para rectificar esta carencia. Durante la tramitación de las 6.945 enmiendas presentadas, solo 12 versaban sobre pobreza infantil. Ninguna de estas enmiendas fue aprobada. 

El último acuerdo entre Unidos Podemos y el PSOE para sacar adelante unos presupuestos para el 2019 vuelven a dejar caer las políticas de lucha contra la pobreza en la infancia; el acuerdo solo recoge 180 millones, aproximadamente un 7.2% de la cantidad que ambos partidos consideraban necesaria para combatir la pobreza infantil.

De nuevo, la infancia más vulnerable se puede quedar fuera de los presupuestos. Mientras la Política ocupa todo el debate de quienes gobiernan o aspiran a gobernar el país, pierden las políticas de infancia y con ellas pierden los ciudadanos y ciudadanas, perdemos todos. No podemos esperar mucho más, invertir en infancia es urgente, la infancia no entiende de ideologías, pero el futuro del país si depende del consenso, de altura de miras y de pactos de Estado por la infancia.