1 de cada 5 jóvenes en España afirma haber sido víctima de deepfakes en su infancia o adolescencia: utilizar la Inteligencia Artificial para mostrar sus cuerpos desnudos y difundir sus imágenes sin su consentimiento

Testimonio (fotos y vídeo): https://bit.ly/3GrZw3Y 
Totales Catalina Perazzo para TV: https://bit.ly/4eugxHe 
Informe completo: Redes_que_atrapan_STC.pdf

8 de julio de 2025. Save the Children ha publicado hoy Redes que atrapan. La explotación sexual de la infancia y la adolescencia en entornos digitales, un nuevo informe que ha realizado en colaboración con la Asociación Europea para la Transición Digital en el que analiza las formas de explotación sexual que afectan a la infancia y la adolescencia en la red. Así, el documento estudia cómo Internet, las redes sociales y las tecnologías no sólo facilitan la captación y la exposición a los riesgos relacionados con la explotación sexual, sino que también pueden ser el medio en el que se cometen estas violencias contra niños y niñas, y permiten su perpetuación.

Según los últimos datos oficiales del Ministerio del Interior, en 2023 se registraron en España 4.896 denuncias por delitos cibernéticos contra niños, niñas y adolescentes, de los cuales 1.068 correspondían a delitos sexuales. “Estas cifras representan solo la punta del iceberg, ya que la mayoría de los casos no llegan a conocerse, en parte por la ausencia de denuncia y en parte por las dificultades en la detección, que aumenta cuando estos hechos tienen lugar en el entorno online”, señala Catalina Perazzo, directora de Influencia y Desarrollo Territorial de Save the Children. 

De hecho, este informe, que cuenta con una encuesta que se ha realizado a más de 1.000 jóvenes de entre 18 y 21 años en la que se les ha preguntado por sus percepciones y conductas online durante la adolescencia, muestra cómo la práctica totalidad de los chicos y chicas encuestadas (el 97%) afirmó haber sufrido algún tipo de violencia sexual en entornos digitales cuando eran menores de edad.

La organización señala entre los principales tipos de violencia sexual digital el contacto por parte de personas adultas con fines sexuales (grooming); el sexting sin consentimiento o la difusión no autorizada de contenido íntimo; mientras que por otra parte distingue las formas de abuso y explotación sexual online, incluyendo el consumo, producción y la difusión de material de abuso sexual infantil (la mal llamada “pornografía infantil”); la sextorsión, en la que los niños, niñas y adolescentes son coaccionados, chantajeados o amenazados para enviar material íntimo o sexual; el uso de herramientas de IA para crear este tipo de contenido y la exposición involuntaria a contenidos sexuales.

“Se trata de un fenómeno complejo ya que las distintas formas de violencia o explotación que se analizan no constituyen fenómenos aislados: en muchos casos, están conectadas entre sí, forman parte de un mismo proceso o se dan al mismo tiempo, por lo que un niño o una niña puede ser víctima de varias de ellas a la vez”, señala Perazzo. 

Materiales de abuso sexual y explotación infantil 

En el informe Save the Children señala que, en 2024, la NCMEC (organización mundial líder en la prevención y localización de niños y niñas víctimas de explotación sexual digital) registró más de 19,8 millones de denuncias relacionadas con material de abuso sexual infantil a nivel mundial, es decir, material que representa abuso o explotación sexual de niños, niñas y adolescentes.

Estos contenidos pueden generarse a partir de abusos en entornos físicos o bien directamente en el entorno digital mediante manipulación, engaños, amenazas o extorsión, que inducen a la víctima a producir imágenes de contenido sexual. 

Por otra parte, la organización advierte de otro tipo de materiales, que incluyen representaciones sexualizadas de niñas y niños o en situaciones de desnudez parcial o total que, aunque no muestran actos sexuales explícitos, presentan a la infancia desde una mirada sexualizada. “Estos materiales se encuentran en muchas ocasiones en zonas grises porque no alcanzan los umbrales legales para ser considerados delito en algunos países, pero plantean igualmente serias preocupaciones por su potencial para normalizar o trivializar la sexualización y la explotación de niños y niñas”, destaca Perazzo. 

En muchos casos, pueden ser fotografías de la vida cotidiana sin intención sexual, como imágenes en la playa o en actividades deportivas, que son manipuladas o recontextualizadas con fines de explotación o gratificación sexual por parte de adultos.

Uso de la Inteligencia Artificial 

Estos materiales pueden también estar creados mediante herramientas digitales a partir de imágenes reales de niñas y niños: son los llamados deepfakes o ultrafalsificaciones. Aunque constituyen por sí solos una forma de violencia, debido al daño que suponen para la dignidad, el bienestar y la seguridad de la infancia afectada, cerca del 70% de los y las jóvenes no señala como un riesgo percibido durante su infancia la manipulación de fotos o vídeos mediante IA.

Además, la organización señala que 1 de cada 5 jóvenes afirma que alguien ha compartido con otras personas imágenes creadas con IA para mostrarle desnudo, siendo menor de edad, y sin consentimiento.

Lucía López, educadora de Save the Children en Alicante, detectó un caso de este tipo en los programas que la organización desarrolla en la ciudad: “Una adolescente de 12 años me comentó que estaba siendo amenazada por una persona que le decía que, si no reenviaba a todos sus contactos un vídeo con contenido sexual que le había llegado a su teléfono, publicaría unas fotos de la niña desnuda, creadas con Inteligencia Artificial. La niña aseguraba que nunca había reenviado fotos suyas con ese tipo de contenido, pero sentía que ella había propiciado esa situación y que era culpa suya”.

Material autogenerado

Estos contenidos son producidos por los propios niños, niñas y adolescentes, que puede ser voluntario o se puede dar por coacción o manipulación, mostrándose en posiciones sexualizadas, o en conductas más explícitas en lo que se conoce como sexting, o intercambio de material sexualmente explícito a través de las tecnologías. Un 27% de los chicos y chicas encuestadas enviaron mensajes, fotos o vídeos íntimos o sexuales suyos voluntariamente durante la infancia o adolescencia. 

“Incluso cuando se realizan de forma voluntaria, estas conductas plantean riesgos, pues una vez compartido el contenido escapa al control de quien lo genera, abriendo la puerta a múltiples formas de victimización. Pueden ser redistribuidos sin consentimiento, utilizados por personas adultas con fines sexuales, utilizados para la sextorsión...”, advierte Perazzo. 

Así, más del 65% no perciben como un riesgo el envío o reenvío de imágenes sin el consentimiento de la persona menor de edad representada en ellas. Cuando se les pregunta por los motivos por los que compartieron imágenes o vídeos íntimos o sexuales de sí mismos: casi la mitad no sabían que podía ser peligroso (48%), el 46% cree que es algo normal o que no tiene consecuencias negativas, el 42%  buscaba atención, afecto o validación, mientras que 4 de cada 10 esperaba ganar algo a cambio.

Dinámicas de captación para la explotación sexual en la red

La investigación de Save the Children también aborda cuáles son las principales formas de captación a la infancia y la adolescencia con fines de explotación sexual. Entre ellas se encuentra el grooming que, basándose en la manipulación, el engaño y la coacción, busca obtener materiales digitales de contenido sexual,generar encuentros sexuales en el ámbito digital o en el físico, o involucrar al niño o niña víctima en redes de explotación. 

En 2023, el Ministerio del Interior registró 525 denuncias por hechos relacionados con el grooming, lo que supone un incremento significativo respecto a las 408 denuncias registradas el año anterior. Sin embargo, y en base a nuestra encuesta, las cifras son mucho más preocupantes: el 33% de los y las jóvenes habían tenido contacto con una persona adulta con fines sexuales en el entorno digital, siendo 
más las chicas (36%) que los chicos (26%) quienes habían tenido este contacto. 

La encuesta confirma también la variedad de vías de contacto usadas por los explotadores: a través de redes sociales como Instagram (68%) o X (44%), aplicaciones de mensajería como WhatsApp (48%). Cabe destacar también el contacto a través de juegos online y streaming (44%). La mitad de los y las jóvenes considera que uno de los principales riesgos en el entorno digital era el contacto con personas desconocidas con posibles malas intenciones, pero solo 1 de cada 3 ve como riesgo el envío consentido de imágenes íntimas a personas adultas. Además, destaca también la falta de conocimiento sobre el grooming: tan sólo el 24% de participantes manifestó conocer lo que era, y sólo el 17% identificó correctamente todas las conductas que se le pueden atribuir.

El intercambio de material puede también derivar en formas de coacción o chantaje. En la encuesta, un 26% de jóvenes indicó que, siendo menores de edad, fueron presionados para enviar contenido íntimo o sexual; un 20% sufrió amenazas o chantajes para mostrar contenido erótico o sexual; y casi el mismo porcentaje fue amenazado o chantajeado con la difusión de materiales de contenido sexual en los que aparecían. Por género, las chicas reportaron con mayor frecuencia haber sido presionadas para enviar este tipo de contenido: un 28,5%, en comparación con un 18,4% de los chicos. 

En cuanto a los perfiles de agresores, Save the Children señala que, aunque no existe un perfil único, sí se pueden encontrar patrones comunes: la mayoría son hombres (el 93,4% de los detenidos e investigados por delitos de grooming en 2023 en España, según datos del Ministerio del Interior); la franja de edad más común fue de 18 a 25 años (con una media de 28 años); pueden actuar solo en el entorno digital (análisis oficiales indican que solo el 34% busca encuentros presenciales); no ocultan su identidad, lo que puede generar una falsa sensación de confianza; y no siempre son personas desconocidas (el 35% de los casos pertenece al entorno cercano del niño, niña o adolescente).

Campaña #DerechosSinConexión

Save the Children ha lanzado este informe en el marco de su campaña #DerechosSinConexión para concienciar a la sociedad de que niños, niñas y adolescentes también se desarrollan en Internet, por lo que este tiene que ser un lugar seguro para ellos, garantizando que se cumplen sus derechos. 
Para ello, la organización pide desplegar todas las medidas que recoge la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) y reforzar la protección online de todos los derechos de la infancia y la adolescencia la futura ley orgánica de protección de las personas menores de edad en entornos digitales, actualmente en tramitación, para proporcionar entornos digitales seguros para los niños, niñas y adolescentes. 

Save the Children pide también incorporar de forma transversal en el currículo educativo la educación digital en el uso seguro y responsable de las tecnologías junto a la educación afectivo-sexual integral (reglada, desde edades tempranas, y adaptada a cada fase educativa), así como la formación a los y las profesionales del sector educativo en la temática. 

Además, la organización considera fundamental la creación de campañas dirigidas a niños, niñas y adolescentes (y trabajadas con los mismos), además de a familias, para concienciar sobre riesgos asociados a la explotación en el entorno digital y actuar frente a la normalización de determinadas conductas de riesgo.

Sobre Save the Children

Save the Children es la organización independiente líder en la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Trabaja en más de 113 países atendiendo situaciones de emergencia y programas de desarrollo. Ayuda a los niños y niñas a lograr una infancia saludable y segura. 

En España trabaja desde hace más de 30 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.