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Una vez en tierra

Crónica de lo vivido tras la llegada del Aquarius

A primera hora de la mañana, un grupo de trabajadores de Save the Children junto a traductores y traductoras voluntarias se situaban bajo a las carpas del puerto de Valencia. Sabíamos que iba a ser un día lleno de momentos agridulces, pero teníamos clara una cosa: alguien tenía que estar ahí por los niños y las niñas.

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Los primeros barcos empezaron a llegar y los migrantes y refugiados empezaban a bajar. Confusión, miedo, alegría. Al menos ellos lo habían conseguido. Tras haber huido de sus hogares, haber vivido un infierno en el camino, naufragar, ser rescatados, ser rechazados por muchos países... por fin estaban aquí. 

Una intervención con foco en la infancia

Conforme pisaban suelo firme las distintas ONGs nos poníamos en marcha. Cada vez que bajaba un niño, niña o adolescente, alguna voz decía "que venga alguien de Save the Children". Respirar hondo, sonreír, acercarte al menor y hacer las preguntas básicas: edad, procedencia y si venía acompañado por algún adulto. 

Cada persona voluntaria, y en función del idoma natal de los pequeños, se sentaba a su lado y le explicaba, en un lenguaje adaptado a su edad, en qué punto estaba y cuáles iban a ser los próximos pasos. Una labor que empodera a los menores, les hace conocedores de sus derechos y por tanto, les da más posibilidades de conseguir un futuro mejor.

Las experiencias fueron muchas. Pero nadie mejor que las personas que estuvieron en primera línea para contarnos qué vivieron.

 

A bordo del Aquarius viajaban 123 niños y niñas solos. Eran especialmente pequeños, había bastantes de 15 años, algunos de tan solo 11 años. Lo que han visto por el camino les dejará marcados por vida. Ningún niño se merece perder su infancia antes de tiempo.

La infancia en movimiento en España

España es la frontera sur de Europa, y como tal recibe la llegada de un gran número de población migrante y refugiada. Los niños, niñas y jóvenes que viven procesos migratorios, solos o acompañados por sus familias, se ven expuestos a multitud de riesgos y experiencias que ponen en riesgo su vida y que deben afrontar. Abandonar repentinamente sus hogares, perder a seres queridos o ser testigos de múltiples situaciones de violencia son experiencias que marcan el desarrollo emocional de estos niños, niñas y adolescentes, y es necesario que cuenten con el acompañamiento de profesionales que les ayude a procesarlos y superarlos.

Quienes se encuentran en una situación más vulnerable son los niños y niñas que viajan solos sin el acompañamiento de padre, madre o cuidadores adultos. En 2017 fueron más de 2.500 los menores no acompañados que llegaron a España, un 60,4% más que el año anterior.

En el informe "Los más solos" ya alertábamos sobre los peligros de los menores migrantes que viajan solos y los fallos que existen en el sistema a día de hoy.

 

Una vulneración de derechos que no debemos permitir

En Save the Children llevamos trabajando desde 2008 en Italia y los Balcanes con un modelo propio de Espacios Seguros, donde atendemos las necesidades específicas de la infancia y la adolescencia migrante y refugiada. Dentro de España trabajamos desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social y estamos presentes en la frontera sur atendiendo las necesidades y situaciones específicas que vive la infancia migrante

Ningún niño o niña debe quedarse fuera de la sociedad y vivir excluido. Pese a que todos los niños tienen derecho a aprender y sobrevivir, millones de niños en todo el mundo se están quedando atrás por el simple hecho de haber nacido donde han nacido y ser quienes son. Por eso te pedimos que nos ayudes a llegar hasta el último niño o niña.

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